De Perú a Venezuela: la ruta de retorno de un caminante que aún no puede llegar a su destino [VIDEOS]
A propósito del Día Mundial del Refugiado, centenares de personas caminan por las carreteras de Sudamérica huyendo de la crisis provocada por la pandemia de COVID-19. Un caminante venezolano contó a La República todo lo que vivió en la difícil travesía.
La crisis que ha generado la pandemia de COVID-19 ha provocado que miles de venezolanos decidan retornar a su país ya sea caminando o tomando aventones desde las vías de Perú, Ecuador y Colombia, exponiéndose a múltiples peligros.
Juan Gabriel Díaz pasó por diversos empleos mientras estuvo radicado en Perú desde 2018, pero la crisis provocada por el coronavirus empeoró su situación. La falta de oportunidades para acceder a un sustento económico lo obligó a retornar a Venezuela.
“Yo me voy porque me voy. Me voy a mi país”, se repetía el joven venezolano desde que inició el estado de emergencia el pasado 16 de marzo que restringió las actividades económicas informales realizadas por la mayoría de sus connacionales para subsistir en este país.
Juan Gabriel Díaz llegó a Perú en 2018. Ante las dificultades que estaba viviendo decide retornar a su país. Foto: Juan Gabriel Díaz.
Juan Gabriel solo estaba viviendo de sus ahorros y temía quedarse sin nada ante la falta de empleo. El 26 de mayo viajó desde Chincha a Lima en un bus habilitado y pagó un pasaje de S/ 100, un valor que está por encima de las tarifas habituales.
“Estaba peluda la situación en la carretera, a cada rato nos paraban los policías. Pese a que la empresa de bus tenía su pase de movilidad, los choferes debían mojarle la mano a los policías (pagar coima)”, contó a La República.
Pase vehicular que portaba el bus que trasladó a Juan Gabriel Díaz desde Chincha a Lima. Foto: Juan Gabriel Díaz.
Díaz llegó a la frontera con Ecuador tras pasar varias alcabalas y con el temor de ser devuelto o impedido de avanzar para lograr su objetivo. “El 30 de mayo llegué a Loja. En ese lugar nos pidieron papeles, nos hicieron pruebas de detección del coronavirus y nos dieron comida”, cuenta.
Hasta ese momento, Juan Gabriel había gastado 120 dólares y solo por pasar la trocha tuvo que dar 20 dólares más. “En ese punto no había carro ni buses que nos llevaran”, precisó.
“Los paisanos y yo no nos detuvimos, caminamos pasando varios pueblos y cada vez que se podía pedíamos aventón. En ese momento, el grupo se separaba porque subíamos a distintos camiones”, recuerda.
Llegada a Cuenca, Ecuador
Tras caminar varios kilómetros y en territorio ecuatoriano, Juan Gabriel llegó a Cuenca. El frío y el cansancio acompañaron al joven en todo el recorrido, pero no desistía de continuar a pesar que le negaron los aventones en reiteradas oportunidades. “Tuvimos la mala suerte porque muy pocas veces los choferes querían montarnos en sus camiones , nos abrigamos bastante debido a que estaba haciendo mucho frío”, dijo.
“Caminamos y caminamos y nos quedamos varados en pleno páramo de Ecuador. Un señor pasó a las 10:00 p. m. y nos trasladó. Amanecimos en un grifo, volvimos a caminar, nos tocó dormir en un puente, llegó la policía y nos echó porque pensó que éramos delincuentes”, detalla.
Equipaje de los caminantes venezolanos que salen desde Perú, Ecuador y Colombia hacia su país. Foto: Juan Gabriel Díaz.
Llegó a un lugar de noche y se unió a más venezolanos caminantes, pero al amanecer todos ya habían tomado rumbo. Relata que su llegada a Quito se logró ante la disposición de un bus que pudieron pagar entre todos.
“Duele ver a niños y mujeres pasando las trochas”
Llegar a Ipiales, ciudad fronteriza de Colombia con Ecuador, representó todo una odisea para Juan Gabriel, pero a la vez fue un incentivo superior porque cada día estaba más cerca de su país.
Corría el 6 de junio y el camino a casa se iba complicando por el cansancio y la poca disponibilidad de unidades de transporte debido a las restricciones de los países afectados por la pandemia.
“Es duro y triste ver a muchos niños de meses y mujeres embarazadas cruzando el río o las trochas huyendo de esta otra crisis, eso da mucha lástima”, contó Díaz.
Dijo que los denominados trocheros cobran hasta 20 dólares por pasar la frontera entre Ecuador y Colombia, pero también hay personas que se dedican a abrir el paso, quitar la maleza y ayudan a las personas con los pesados equipajes; mientras atraviesan ríos, subidas y bajadas. “A ellos también hay que darles algo (dinero)”, señala.
Desde que salió de Lima, la empresa de bus le ofreció trasladarlo hasta la frontera con Venezuela, pero eso no fue posible debido a las restricciones. “En el camino hay que estar muy pendientes porque hay muchos asesores estafadores y malas personas que se quieren aprovechar de nuestra situación de desesperación y vulnerabilidad”, remarcó.
No salen buses para venezolanos
Al llegar al terminal de Ipiales, Juan Gabriel se une a decenas de sus compatriotas que aguardaban con carpas y dormitorios improvisados esperando la habilitación de buses hacia la frontera con Venezuela. Un panorama nada alentador debido a que varios de sus connacionales tenían hasta 20 días esperando por un lugar en una unidad de transporte.
El paso de Díaz por ese terminal se extendió por varias noches desde el 13 de junio y resultó muy frustrante al no tener respuesta concretas por parte de las autoridades colombianas.
“Estando allí pasé como cinco días con la misma ropa y cansado de tanta espera. Los venezolanos empezaron a molestarse porque veíamos que llegaban buses pero ninguno nos embarcaba, eso fue muy triste”, describe.
Puntualizó que durante la estadía en el terminal de Ipiales recibió alimentación, mantas e hidratación por parte de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur). Además, detalló que a la gran mayoría de las personas que estaban en el lugar les hicieron test rápidos de detección del coronavirus.
Antes del cierre de esa edición, Juan Gabriel Díaz se mantuvo en comunicación con La República e informó que estaba en cuarentena en un refugio ubicado Arauca (Colombia) desde el 16 de junio y por disposición de las autoridades de ese país.
Según Migración Colombia, más de 70.000 ciudadanos venezolanos han ingresado a su país provenientes de Perú, Ecuador y Colombia pese a que las fronteras se encuentran cerradas por la pandemia de coronavirus.
A propósito del Día Mundial del Refugiado, centenares de personas continúan caminando o retornando a su nación ante la falta de un sustento económico y a pesar de las adversidades que vive Venezuela bajo la administración de Nicolás Maduro en la actualidad.