Gerardo Zamora: “Valentín Condori no es algo de lo que yo quiera desprenderme, no podría tampoco"
El actor reseña su primer protagónico, las acusaciones por acoso sexual, su relación con la figura paterna y su internacionalización en “La reina del sur”.
Venancio, Victorio, Valerio. Los nombres que Ricardo Prado acumulaba para Valentín Condori eran tan numerosos como sus embestidas clasistas. La escena entre el ingeniero aristócrata y el migrante cajamarquino evidenció la fórmula de éxito de la novela social que se estrenó vía Frecuencia Latina en el año 2002: compaginar la parodia, el amorío y el drama para representar a un país desarticulado. A “¡Qué buena raza!”, dirigida por Michel Gómez y escrita por Eduardo Adrianzén, se le atribuyen picos de sintonía de 23 puntos y, además, el debut actoral de Gerardo Zamora.
“Es el personaje por el que más me recuerdan en el Perú”, confirma el artista que entonces tenía 25 años y que ahora, a sus 46, sumergido en la perversidad de Eloy Bravo, ha protagonizado una serie de fama internacional: “La reina del sur 3”.
—Después de 20 años, ¿qué significa Valentín Condori para ti?
—Interpretar a personajes que se conozcan a través de tu piel, de tu fisonomía, hace que el arraigo con el público sea algo muy fuerte. Me ha pasado: hay personas que se sorprenden y me ven como Valentín. Entonces, no es algo de lo que yo quiera desprenderme; creo que no podría tampoco. (…) Ese es un personaje al que quiero muchísimo y que a mí me conmueve.
Gerardo enumera también los roles que han dejado un vestigio en el tránsito generacional de la televisión peruana: “Algunos vieron ‘Avenida Perú’; algunos vieron ‘El gran reto’. En cuanto al público nuevo, por ejemplo, hay quienes tenían alguna referencia mía, pero, a través de “La reina del sur”, ahora me ven como algo más cercano”.
—Tus papeles siempre se han vinculado con roles bondadosos. Sin embargo, Eloy Bravo es un adversario. ¿Te costó interpretarlo?
—No, yo creo que he tenido la preparación adecuada. (…) Sí tuve oportunidad de desarrollar al inicio de mi carrera también un antagónico, que fue el personaje que hice luego de “¡Qué buena raza”, en “Demasiada belleza”, aunque ahí todavía tenía poca experiencia. (…) Pero en el caso de “La reina del sur 3” ha habido una diferencia. Lo he podido comprobar naturalmente al verme en pantalla y también por los comentarios de amigos, de compañeros del arte, de gente vinculada al casting que trabaja aquí en Perú. Creo que tiene mucho que ver con la dirección y con el enfoque que tenía esta historia.
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Entre Valentín y Eloy —“Yo creo que hasta ahora es el paso profesional más importante que he tenido”— han circulado papeles principales y secundarios en teatro, televisión y cine, un romance con Alejandra Pascucci, frustraciones, mudanzas del Rímac al extranjero, participaciones en videoclips musicales —con Corazón Serrano y con Mabel Vidal, por ejemplo—, gatos adoptados, firmas de autógrafos y una polémica en redes sociales: denuncias por acoso sexual. En 2020, Gerardo Zamora responsabilizó, de manera pública, a un hacker.
—Las redes sociales pueden ser una fuente confiable, como no. Es cierto. Pero en este caso hubo una cantidad fuerte: diez denuncias al mismo tiempo; y luego, el año pasado, una confirmación de una cantante (Gaby Zambrano) que alegaba que también sufrió de lo mismo. ¿Cómo encaras eso?
—No tengo nada que encarar. En mi vida no he tenido ninguna confrontación que me obligue a encarar algo.
—Cuando ocurrió, tu respuesta fue un aviso a los medios. ¿No pensaste en hablar a cámara abierta sobre este tema? Porque tienes una imagen que cuidar como actor.
—No creo que mi imagen se haya visto afectada de ninguna forma. Pienso que, al contrario, el tratar de explicar cosas que no dependen de mí da pie a generar malentendidos. (…) Siento que lo importante es dedicarme a lo mío y que, además, quienes trabajan conmigo se sientan satisfechos con mi trabajo. Creo que no podría dar solución a las interrogantes de personas que no conozco.
Nunca, dentro de mi carrera, he respondido ante cosas que no me competen. Si en algún momento debes responder, creo que es a tu familia, a tus amigos. Por último, a las personas con las que te desenvuelves en tu ambiente laboral. Pero eso nunca se ha dado, nunca he dejado que los comentarios que puedan darse a través de la tecnología me afecten o afecten mi trabajo. Es más, si hablamos de los últimos dos años, creo que mi carrera se ha desarrollado mucho más y mejor que desde que empecé. Entonces, no hay diferencia. Digo, no había necesidad de que yo actuara de otra forma.
—Entonces, ¿les aclaraste el contexto a tu familia, a los tuyos, con quienes trabajabas?
—No. Es como que trataras de encontrar respuesta en un banco diciendo que hay personas que han sido estafadas. Entonces, no tendría por qué. Y en mi caso, mi familia, creo que conoce cada cosa que hago. Nunca ha habido ese tipo de cuestionamientos, porque finalmente saben la persona que soy. (…) Uno puede hacerse ideas a través de comentarios o de imágenes, pero quien te conoce es quien trata contigo de manera personal.
—¿En algún momento sostuviste una relación con una menor de edad?
—Creo que no. Creo que, dentro de lo que corresponde a mi comportamiento personal, siempre he tratado de mantenerme dentro de lo que la ley exige. (…) Yo me dedico a trabajar, me dedico a lo mío. Trato siempre de hacer las cosas bien. Y, además, prueba de ello es que nunca he tenido problema con la justicia ni ningún tipo de problema legal, ni algo que afecte ni mi vida personal ni mi carrera profesional.
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Y sobre su vida personal habita una tumba con el nombre de Norma Flores, su madre, quien murió a causa de la COVID-19 y a quien el también intérprete de Damián de la Cruz, ‘Ccarcaria’, no le extendió una aclaración tras los cargos. No tuvo necesidad, asegura: “Mi madre era una mujer muy práctica y, obviamente, ella estaba muy conforme con lo que yo había dicho”.
—El trabajo en “La reina del sur” llegó después de la muerte de Norma…
—Todo está relacionado de alguna forma. Mi madre siempre fue la primera que me apoyó desde mis inicios. Desde que yo vine la primera vez y le comenté que tenía la oportunidad de participar de un taller. Ella fue la primera en alentarme cuando, incluso, yo ni siquiera estaba tan seguro. (…) Fue la que me motivó también a cruzar las fronteras, a buscar oportunidades. Ella siempre me decía: “Tu futuro está afuera”. Ha sido un poco la coronación de ese trabajo que ella hizo sostenidamente. Ella me dejó encaminado.
Se refiere al taller teatral del grupo Entretelones. “A partir de ahí tuve la oportunidad de participar de diferentes talleres hasta la formación profesional en la escuela de talentos de Frecuencia Latina que dirigía Alberto Ísola”. Había culminado la etapa escolar, tenía 17 años y no quería ser actor. Solo buscaba un espacio para fomentar la habilidad blanda de la extraversión.
—La figura de tu madre fue clave. ¿Y la de tu padre?
—Mi papá estuvo presente en mi niñez temprana. Después nuestros encuentros fueron esporádicos. En algún momento, cuando yo empecé a entrar a la pubertad, incluso dejamos de vernos. Luego volví a verlo poco antes de que él fallezca (51 años). La figura paterna siempre es importante, y yo pude cerrar ese ciclo. La vida me brindó la oportunidad de conocer un poco más a mi padre, de entender sus motivaciones. Creo que fue una despedida anticipada.
La vida también le brindó el chance de admirar a Diego Bertie y a su hermano mayor, Jorge Zamora, quien se inscribió alguna vez en el club de teatro de Lima y le compartió las primeras luces acerca de este mundo multicolor. “No lo visualizaba como algo tangible, pero sí me hacía pensar en la posibilidad”. Sin embargo, cuando a los 120 capítulos iniciales de “¡Qué buena raza!” se sumaron 40 más, Gerardo ya caminaba con certeza.
Y lo seguirá haciendo. A veces de la mano de Valentín Condori, a veces de la de Lorenzo Alvítez Cruces, Juan Chocne, Jospe Quispe, Hildebrando Huamán o, entre tantos, Eloy Bravo. Hace 10 años se ejercita a diario porque considera que su preparación artística requiere de una disciplina “a todo nivel”: “En el caso de los actores, yo siento que debemos cuidarnos mucho porque somos imagen”.