Dos piedras pequeñas descubiertas en Inglaterra podrían cambiar la historia de la humanidad
Nuevos análisis indican que los humanos prehistóricos ya sabían encender fuego, una habilidad clave para obtener calor, alimento y fortalecer la vida social.
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Los arqueólogos descubrieron dos pequeñas piedras que no deberían estar donde las encontraron. Se trata de fragmentos de pirita de hierro que sirvieron a nuestros antepasados prehistóricos para hacer fogatas hace unos 415.000 años, lo que se convertiría en la evidencia más antigua de producción intencional de fuego por parte de humanos.
El hallazgo fue realizado en un antiguo pozo de arcilla para hacer ladrillos cerca del pueblo de Barnham, Inglaterra. A su alrededor se encontraron herramientas de sílex con claros signos de calentamiento, así como los dos pequeños fragmentos de pirita, el cual produce chispas al chocarlas con el sílex.

Restos de una hoguera de hace 400.000 años. Foto: Jordan Mansfield
La evidencia más antigua del fuego producido por humanos
El estudio, publicado en Nature, reveló además que el suelo fue expuesto de manera repetida a temperaturas superiores a los 700 grados. Estos resultados sitúan el uso documentado más antiguo del fuego producido de forma intencional por humanos al menos 350.000 años antes de lo que se creía, ya que hasta ahora la evidencia inequívoca más antigua se remontaba a unos 50.000 años hecho por neandertales.

Representación de chispas provocadas por el choque de pirita con un pedernal. Foto: Fideicomisarios del Museo Británico
“Las personas que hicieron fuego en Barnham hace 400.000 años probablemente eran neandertales tempranos, según la morfología de fósiles de aproximadamente la misma edad de Swanscombe, Kent, y Atapuerca en España, que incluso conservan ADN neandertal temprano”, dijo Chris Stringer, profesor del Museo de Historia Natural de Londres.
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La importancia del fuego en la prehistoria
Gracias a la cocción, nuestros antepasados lograron eliminar los patógenos de la carne y las toxinas de las raíces y tubérculos. Además, permitió que fueran más tiernos y digeribles, liberando energía corporal del intestino para impulsar el desarrollo del cerebro. Consumir una mayor variedad de alimentos favoreció una mejor supervivencia y permitió alimentar a grupos más grandes de humanos, según los investigadores.
El fuego también pudo haber contribuido a la evolución social. El uso del fuego por la noche permitió a estos humanos reunirse y socializar, quizás participando en la narración de historias y desarrollando lenguaje y sistemas de creencias.
"La fogata se convierte en un centro social", dijo Rob Davis, coautor del estudio. "Somos una especie que hemos utilizado el fuego para realmente dar forma al mundo que nos rodea", agregó.





















