Inmunólogo peruano explica las células T, "los guardias de seguridad" del sistema inmune, que ganaron el Nobel de Medicina 2025
El hallazgo de las células T reguladoras abre nuevos caminos para el tratamiento de diversas enfermedades autoinmunes, según un médico especialista.
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El Premio Nobel de Medicina 2025 reconoció esta semana a Mary E. Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi por descubrir cómo funciona la llamada tolerancia inmunológica periférica, un mecanismo clave que impide que el sistema inmunológico ataque al propio cuerpo. Gracias a sus investigaciones se identificaron las células T reguladoras, una clase de linfocitos que actúan como los “guardias de seguridad” del organismo y evitan que se produzcan enfermedades autoinmunes.
Para entender mejor la relevancia de este hallazgo, el inmunólogo Edgar Matos, del Instituto Nacional de Salud del Niño, explicó en qué consisten estas células y cómo su estudio abre el camino hacia nuevos tratamientos médicos.
Las células que impiden que el cuerpo se ataque a sí mismo
El Dr. Matos explicó que nuestro sistema inmunológico siempre es el encargado de protegernos de los agentes que puedan causar daños a la salud, como los virus y cualquier amenaza externa o interna. Sin embargo, a veces nuestro cuerpo también podría atacar a nuestras propias células. Esto da origen a cierto tipo de enfermedades autoinmunes, e inclusive problemas alérgicos o tumorales.

Micrografía de un linfocito T humano (también llamado célula T) del sistema inmune. Foto: Wikimedia
Las células T reguladoras cumplen un papel esencial en este equilibrio. “Existen células responsables justamente de que este evento no suceda. A estas las conocemos como las células T reguladoras, que son las que van a subutilizar al sistema inmune para que las demás células no ataquen a nuestro propio organismo”.
La clave: la tolerancia inmunológica
De acuerdo con el especialista, el cuerpo cuenta con dos mecanismos para mantener bajo control a las células que podrían volverse contra él: la tolerancia central y la tolerancia periférica.
“Siempre tiene que haber un equilibrio. Eso se llama tolerancia inmunológica”, dice Matos. La tolerancia inmunológica se divide en dos. Aquella que es la tolerancia central, que es la que ya se conocía hace tiempo, y es la que en nuestro cuerpo reacciona a través de un gen que se llama gen aire, el primer filtro que permite que no haya células que actúen contra otras células.
Lo novedoso del hallazgo premiado con el Nobel es la segunda parte del proceso. “Ahora sabemos que, aparte de esta tolerancia inmunológica, hay una tolerancia periférica, donde ya participan las células T reguladoras. Y estas son las que van a controlar a aquellas células que se escaparon del primer filtro y que podrían causar algún tipo de daño”, explica el inmunólogo.
Un descubrimiento que cambió la forma de tratar las enfermedades
Para el Dr. Matos, este hallazgo “nos está permitiendo tener mayor luz para desarrollar un mejor control en las enfermedades autoinmunes o en otras enfermedades, inclusive la alergia,”.
El especialista recuerda que antes del año 2000, los tratamientos eran mucho más generales. Cuando uno padecía alguna enfermedad autoinmune, lo que se hacía era darle un tratamiento generalizado, usando corticoides o inmunosupresores, pero que afectaban a todo el organismo.
En la actualidad, la estrategia es distinta: “Ya no tenemos que inmunosuprimir, sino más bien mejorar o fortalecer esas T reguladoras para que tengan un mejor control y de esta forma no tengamos los rechazos que puedan generar problemas de autoinmunidad”.
Las aplicaciones médicas: del cáncer a la alergia
El descubrimiento de las células T reguladoras no solo es clave para entender las enfermedades autoinmunes, sino que también abre nuevas oportunidades en otros campos de la medicina, como la oncología. “Al fortalecer las células T reguladoras, podemos evitar que se produzcan alteraciones en otras células”, según el médico.
En el caso de las alergias, este principio se aplica mediante la inmunoterapia específica, una técnica utilizada desde hace años. “Le damos al paciente el alérgeno que le causa molestias para que su cuerpo se acostumbre y lo tolere progresivamente. Y para medir esa respuesta observamos las células T reguladoras: mientras más T reguladoras tenga el paciente, menor será su nivel de alergia”, explicó el inmunólogo.
El trabajo de Brunkow, Ramsdell y Sakaguchi ayuda a comprender cómo el sistema inmunitario distingue entre lo propio y lo ajeno, además de sentar las bases para terapias más precisas y menos invasivas.


















