Ciencia

Científicos crean una batería flexible y estirable como una pasta de dientes que transformará la tecnología portátil

Investigadores de la Universidad de Linköping y el Laboratorio de Electrónica Orgánica en Suecia desarrollan una batería moldeable con residuos de papel y plástico.

Investigadores de la Universidad de Linkoping han desarrollado una batería que puede adoptar cualquier forma. Foto: Thor Balkhed
Investigadores de la Universidad de Linkoping han desarrollado una batería que puede adoptar cualquier forma. Foto: Thor Balkhed

Un grupo de científicos suecos diseñaron una batería flexible como una pasta de dientes que puede ser incorporada en una amplia variedad de dispositivos médicos y tecnológicos portátiles. Esta innovación, publicada revista Science Advances, representa un avance significativo al permitir que las baterías adopten cualquier forma sin perder rendimiento, incluso al duplicar su tamaño.

Desarrollada por el equipo del Laboratorio de Electrónica Orgánica (LOE) de la Universidad de Linköping, la nueva batería utiliza electrodos líquidos, lignina (un subproducto de la industria papelera) y polímeros conductores. Esta combinación da lugar a una batería moldeable, blanda y reciclable, que conserva su eficiencia tras más de 500 ciclos de carga y descarga, lo cual la convierte en una solución sostenible para la creciente demanda de dispositivos portátiles.

 Imágenes de la batería de fluido bajo diferentes tipos de deformación. Foto: Science

Imágenes de la batería de fluido bajo diferentes tipos de deformación. Foto: Science

¿Cómo funciona la batería flexible?

El principio que sustenta esta batería estirable es la sustitución de los electrodos sólidos por otros en estado líquido. Esta estructura fluida permite que el componente se amolde fácilmente, similar a la textura de una pasta de dientes, facilitando su impresión en 3D o integración en textiles, implantes y wearables.

“A diferencia de los intentos previos, logramos mantener la capacidad energética sin aumentar la rigidez del dispositivo”, afirmó Aiman Rahmanudin, profesor adjunto en la Universidad de Linköping. Hasta ahora, el uso de metales líquidos como el galio limitaba el rendimiento de baterías blandas, ya que tendían a solidificarse. En este caso, la clave ha sido reemplazar estos materiales por una mezcla ecológica que permanece funcional incluso al estirarse el doble de su longitud.

Además, la batería alcanza actualmente un voltaje de 0,9 voltios. Si bien esta cifra es baja para ciertos dispositivos, el equipo ya explora soluciones con zinc o manganeso, elementos abundantes en la corteza terrestre, para aumentar el voltaje sin comprometer la sostenibilidad.

La necesidad de innovación en baterías flexibles

En la próxima década, se estima que más de un billón de dispositivos se conectarán a internet. Esta expansión exige fuentes de energía más pequeñas, ligeras y adaptables. Las baterías convencionales, sólidas y pesadas, ya no se ajustan a las nuevas demandas del mercado, especialmente en el sector médico, donde se requieren componentes seguros para uso corporal.

Las baterías del futuro deberán integrarse de forma orgánica a la ropa, al cuerpo o a estructuras blandas como robots bioinspirados. Este nuevo diseño abre posibilidades en campos como los implantes neuroconectados, bombas de insulina y audífonos inteligentes, donde el rendimiento no puede estar reñido con la comodidad.

Una batería hecha de residuos de papel y plástico

Uno de los aspectos más notables del proyecto es su enfoque ecológico. Al utilizar lignina en baterías —una sustancia orgánica residual del proceso de fabricación del papel— y polímeros conductores, los investigadores reducen el uso de materiales escasos y costosos. Esto convierte a la batería en una solución viable y respetuosa con el medio ambiente.

“El uso de lignina aporta abundancia de materia prima y una vía hacia la economía circular”, explicó Mohsen Mohammadi, investigador postdoctoral del LOE y coautor del estudio. La integración de estos compuestos no solo disminuye la huella ambiental, sino que también abarata los costos de producción.

Además de ser recargable, la batería se puede reciclar, lo que la posiciona como una alternativa de largo plazo frente a los modelos tradicionales. Su diseño maleable y su capacidad para adaptarse a distintas formas sin perder eficacia la convierten en un componente ideal para el futuro de los dispositivos médicos portátiles y baterías para wearables.