Exjefe de Roscosmos no cree que EE. UU. aterrizó en la Luna en 1969
Dmitri Rogozin, el exdirector de la agencia espacial rusa, cuestiona que los astronautas del Apolo 11 hayan pisado el satélite, pese a que dicha hazaña puede comprobarse desde la Tierra.
Dmitri Rogozin, exdirector de Roscosmos, la agencia espacial de Rusia, ha indicado tener todavía sus dudas acerca de si los astronautas de la misión Apolo 11 lograron pisar la Luna en 1969. Esta declaración se realizó pese a que las pruebas de este viaje pueden comprobarse con telescopios desde la Tierra, ya que se dejaron unos paneles que reflectan la luz en la superficie de este satélite.
A través de su cuenta oficial de Telegram, Rogozin cuenta que cuando empezó a trabajar para el Gobierno ruso le pidió a Roscosmos pruebas sobre la estancia de los estadounidenses en el satélite; esto debido a que, los norteamericanos, después de más de cuatro días de viaje, sí podían desplazarse sin problemas en su superficie, mientras que los rusos apenas se mantenían en pie tras estar en el espacio, sostuvo el excosmonauta.
Sin embargo, la respuesta que recibió no era la que esperaba: le enviaron un libro, en el que el cosmonauta Alekséi Leónov confirmaba el alunizaje, luego de que Neil Amstrong y Buzz Aldrin, astronautas de la NASA y los primeros humanos en pisar el satélite, "se lo contaron", sostuvo Rogozin.
Ya estando a la cabeza de Roscosmos, Rogozin cuenta que siguió buscando evidencias, pero no encontró nada y solo obtuvo comentarios de otros funcionarios y académicos que le "acusaban de agravar la situación internacional" con sus dudas.
¿Por qué es tan díficil regresar a la Luna?
"¿Cómo EE. UU., con su nivel tecnológico de los años 60, no hicieron lo que no pueden hacer ni siquiera ahora?", se pregunta el exjefe de Roscosmos, conocido por sus polémicas declaraciones acerca de dejar caer la Estación Espacial Internacional.
La respuesta a esta interrogante —recurrente en el público que cree en las teorías de conspiración— es que, durante el contexto de la Guerra Fría, la lucha por aterrizar en la Luna tenía más fines políticos que científicos.
Así, si bien entre 1959 y 1973, se invirtió 23.600 millones de dólares para crear la tecnología necesaria para ir a la Luna en el menor tiempo posible, finalizada la carrera espacial, la potencia norteamericana perdió el interés por el satélite y la NASA sufrió un gran recorte presupuestario, que destinó a desarrollar otras herramientas espaciales.
En la actualidad, lejos del furor político, la agencia espacial de Estados Unidos está desarrollando, lentamente, vehículos más seguros, potentes y de mayor capacidad para enviar humanos de regreso la Luna y asegurar su estancia de manera permanente.