Científicos descubren una ‘versión sigilosa’ de ómicron que es más difícil de rastrear
A diferencia de la ómicron original, este sublinaje no puede ser detectado por el método más simple y rápido.
La variante ómicron del coronavirus está en el foco de los científicos desde que la OMS la incluyó en la lista de preocupación por su mayor transmisibilidad. Según dicha institución, varios casos de ómicron ya han sido detectados en 57 países del mundo, mientras su peligrosidad y resistencia a las vacunas aún continúa en investigación.
Ahora, los científicos han dividido el linaje ómicron en dos subtipos bastante diferenciados genéticamente. Se trata de BA.1, la versión original, y BA.2, una nueva versión a la que apodan de “sigilosa”. El motivo es que resulta muy difícil de detectar con las pruebas PCR, las cuales insinuaban su presencia.
La nueva variante del coronavirus tiene 50 mutaciones, de las cuales 32 alteran sus espículas. Foto: partículas de SARS-CoV-2 salen de una célula infectada / NIAID
Un nuevo sublinaje
Todos los virus mutan a medida que continúa el contagio comunitario y el SARS-CoV-2, el coronavirus causante de la pandemia de COVID-19, no es la excepción. Según los expertos, cuando el virus acumula diversas mutaciones que distan significativamente de su versión original se les llama nuevas variantes o linajes.
Ómicron es una variante preocupante porque congrega más de 50 mutaciones que antes se encontraban por separado en delta, alfa, beta y gamma. Además, los expertos señalan que 32 de estas mutaciones alteran la proteína pico o espícula del coronavirus, una parte que funciona como puerta de entrada del virus a nuestras células.
Los científicos han establecido a BA.2 como un nuevo sublinaje de ómicron porque, aunque tienen varias mutaciones en común con la versión original, no las posee en su conjunto completo. Y no solo eso, sino que además carece de una mutación clave que la hace difícil de detectar con pruebas convencionales y rápidas.
¿Por qué la llaman “sigilosa”?
Para detectar qué variante del coronavirus produce la infección de COVID-19, el método más exacto es el análisis genómico en el laboratorio. Sin embargo, a veces, una prueba PCR (reacción en cadena de la polimerasa) también puede otorgar pistas.
Estos tests suelen detectar tres genes relacionados a partes del virus: la proteína espícula (S), la nucleocápside (N) y la envoltura (E).
Al igual que alfa, el sublinaje original de ómicron (BA.1) posee una deleción —es decir, una mutación donde se pierde material genético— en la proteína S que en la prueba PCR suele arrojar un error de reconocimiento de esta parte. Precisamente, dicha ausencia sugería la presencia de ómicron (o alfa) que luego debía ser confirmada en el laboratorio.
No obstante, el nuevo sublinaje detectado (BA.2) no posee esta mutación por lo que burla cualquier sospecha rápida y deja como única opción la secuenciación del genoma completo. Este procedimiento suele tardar mucho más tiempo y depende de una tecnología especial en los laboratorios.
Hasta la fecha, este sublinaje ha sido detectado en Sudáfrica, Australia y Canadá, pero se desconoce cuán extendido se encuentre. Por esa razón, los científicos sostienen que es necesario la continua vigilancia genómica, informa The Guardian.
Por ahora, no se sabe si este sublinaje afecta o no en su transmisibilidad o virulencia.
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