Le enrostraron al temeroso capitán. Guardacosta Gregorio De Falco ordenó a Francesco Schettino regresar a la nave y ayudar en el rescate. Nunca retornó.,“¿Qué está coordinando? ¡Vuelva a bordo, carajo, coordine Ud. el rescate!",Óscar Flores Ch. y agencias. La persona más odiada de Italia tiene nombre propio: Francesco Schettino, capitán del Costa Concordia, de 52 años, a quien le enrostran su cobardía al abandonar el barco, mientras éste se hundía lentamente con 4200 personas a bordo. Con descaro le aseguraba al jefe de la capitanía Italiana de Livorno, Gregorio de Falco, que mientras la nave encallaba, se hallaba coordinando de cerca el rescate desde un bote. En el diálogo telefónico, Schettino se muestra nervioso y sin ninguna intención de regresar a la embarcación, donde niños y mujeres pedían a gritos y entre llantos “¡Auxilio!”. “Soy Falco desde Livorno, estoy hablando con el capitán? Por favor dígame su nombre”, se inicia el diálogo. Transcurre un breve tiempo y responde: “Soy el capitán Schettino”. Falco le dice: “Schettino Escuche, hay gente atrapada a bordo. Ahora necesita ir con un bote bajo la proa. Hay una escalera, debe ir a la escalera y reportar cuánta gente hay. ¿Está claro?”. Entonces el capitán balbucea y dice temeroso: “En este momento la nave está inclinada…”. Falco responde en el acto, levanta la voz y le ordena: “Escuche, hay gente que está bajando la escalera, vaya en la dirección opuesta y dígame cuánta gente hay a bordo, ¿Está claro? Dígame si hay niños, mujeres y qué ayuda necesitan. Mire Schettino, quizá se haya salvado usted, pero esto será muy malo para usted. ¡Pagará por esto, maldición!". “¡VUELVA A BORDO!” “Capitán, por favor…”, balbucea el comandante del 'Concordia'. “No hay por favor que valga, regrese a bordo. Asegúreme que regresa al barco…”, replica Falco. “Estoy en un bote, debajo del barco, no me he ido a algún lado, estoy aquí. Estoy coordinando”, responde el capitán, respirando hondo. En ese momento el capitán del crucero Costa Concordia “fingía” en sus conversaciones y aseguraba que continuaba dentro del buque. En realidad permanecía sobre una escollera de la isla italiana de Giglio mirando cómo se hundía la embarcación. “¿Qué está coordinando? ¡Vuelva a bordo carajo! Coordine el rescate. ¿Se está negando?”, le dice furioso e indignado Gregorio de Falco. “No me estoy yendo, porque hay otro bote que se ha detenido”, contesta el capitán. Falco agrega: “Debe estar a bordo. Es una orden. Necesita continuar con el rescate. Usted llamó a la evacuación, ahora yo estoy a cargo. Debe regresar al barco, ¿está claro?". “Capitán… estoy yendo”, responde Schettino, nervioso y sin ganas de regresar. “Vaya. Llame cuando esté a bordo. Mi equipo de rescate ya está sobre el barco. Hay cadáveres Schettino, ¡muévase!”, le grita. “¿CUÁNTOS MUERTOS HAY?” En un momento de la conversación, Schettino pregunta iluso cuántos muertos hay, cuando él debía ser el primero en llevar la cuenta de los cadáveres y sobrevivientes. “Cuántos muertos hay? He escuchado de uno”, dice con descaro Schettino. Y responde Falco: “No lo sé. Tú debes decirme eso, ¡Cristo!”, dice, para luego insultarlo, con impotencia. Con su voz entrecortada y demostrando pavor, el capitán agrega: “Pero debe ser consciente, está oscuro, no podemos ver nada”. Ofuscado, el guardacostas lanza una lisura y dice: “¡¿Y qué quiere, irse a casa?! ¡Está oscuro (hay gente muriendo) y usted quiere volver a casa! ¡Vaya al barco y dígame qué puede hacer, cuánta gente hay y qué necesitan ahora". “Capitán, quiero ir a bordo del barco, pero el otro bote tiene el motor detenido y está a la deriva, llame a otros rescatistas”, responde con descaro, culminando el diálogo. Schettino fue puesto bajo arresto domiciliario por "imprudente, incapaz y fuera de quicio". Así lo calificó la jueza del caso, Valeria Montesarchio, al escuchar su conducta inhumana. La magistrada descarta su posible fuga del país. HOY SE REANUDÓ LA BÚSQUEDA DE UNA VEINTENA DE DESAPARECIDOS Al menos 11 personas han muerto y otras 29 (4 tripulantes y 25 pasajeros) siguen desaparecidas tras el naufragio del crucero, ocurrido en la noche del pasado viernes en Italia, que ha dejado pérdidas de más de 93 millones de euros. La nave está escorada a estribor sobre unas rocas y los servicios de rescate temen que pueda caer y sumergirse por completo en el mar. Ayer, el navío se estabilizó y hoy los buzos reanudaron el rescate de una veintena de desaparecidos. Podría explotar. En la zona se podría registrar un desastre ecológico, pues el Costa Concordia, que había zarpado dos horas y media antes del accidente, guarda en sus bodegas casi 2.400 toneladas de combustible. El lunes, los guardacostas notaron las primeras manchas de lo que parece fuel a su alrededor. Polos con frase "¡Vuelva a bordo, carajo!" ("Vada a bordo, cazzo"), se venden como pan caliente en Italia desde Internet a 12,90 euros. Esta frase le lanzó el guardacosta Gregorio De Falco cuando se dio cuenta que Schettino mentía. Además, se convirtió en el hashtag más comentado en la red social Twitter. El presidente de Costa Crociere, compañía naviera propietaria de la nave, Pier Luigi Foschi, admitió que el naufragio se debió a un "error humano" del capitán", quien se acercó demasiado a la costa para saludar a unos "paisanos".