
Hace 55 años, un gran terremoto sacudió el Perú, dejando una huella imborrable en la historia del país. Con una magnitud de 7,9, el movimiento telúrico azotó la región de Áncash y se sintió en diversas zonas vecinas, destruyendo miles de viviendas y cobrando la vida de más de 70.000 personas, además de dejar a 20.000 desaparecidos y a miles de heridos.
El epicentro del terremoto se ubicó cerca de la ciudad de Chimbote, desencadenando desastres secundarios, como un aluvión que sepultó por completo la ciudad de Yungay, ubicada a los pies de la Cordillera de los Andes. Esta tragedia impulsó la creación del Sistema Nacional de Defensa Civil (Indeci), una institución clave para coordinar la respuesta ante emergencias y proteger a la población.
El terremoto que sacudió el Callejón de Huaylas, la región de Áncash y varias ciudades del norte y Lima ocurrió a las 3:23 p. m. del 31 de mayo de 1970, dejando una devastación sin precedentes. En la ciudad de Yungay, aproximadamente el 80% de las viviendas quedaron destruidas, pintando un panorama desolador y trágico. La magnitud del sismo y su profundidad provocaron efectos catastróficos, como un tsunami y deslizamientos de tierra que impactaron duramente a la población.
El presidente ejecutivo del Instituto Geofísico del Perú, Hernando Tavera, destacó que la energía liberada durante este terremoto equivalía a 27.000 bombas atómicas. Más que un desastre natural, este evento fue un fuerte recordatorio de la vulnerabilidad de las comunidades frente a fenómenos de tal magnitud, marcando para siempre la memoria del país.
Ruinas de la catedral de Yungay tras el terremoto de 1970.
Uno de los momentos más devastadores de esta tragedia fue la avalancha generada en el nevado Huascarán (conocido también como Ranrahirca), que sepultó la ciudad de Yungay en cuestión de minutos. Un gigantesco bloque de hielo de aproximadamente 800 metros de ancho y 1.000 metros de largo se desprendió de la montaña, formando un aluvión de lodo y rocas que arrasó con todo a su paso. En apenas tres minutos, la ciudad quedó completamente sepultada y destruida. Solo unos pocos sobrevivientes lograron escapar a tiempo.
El cementerio de Yungay, ubicado en una zona elevada, fue uno de los pocos lugares que resistieron la tragedia. Allí se erige la imagen del Cristo Redentor, un símbolo de esperanza y fortaleza para los habitantes de la región y para todos aquellos que recuerdan este devastador evento.
El cementerio de Yungay tras el terremoto de 1970. Foto: Andina.
La tragedia de Yungay no solo dejó un saldo devastador de vidas perdidas, sino que también marcó un antes y un después en la gestión de desastres en Perú, con la creación del Sistema Nacional de Defensa Civil. Esta institución ha sido clave para organizar y promover medidas de prevención ante futuros eventos similares.
Desde entonces, cada 31 de mayo se realiza el Simulacro Nacional Multipeligro, una actividad en la que autoridades y ciudadanos participan en ejercicios de evacuación y respuesta ante emergencias. Este año, el primer simulacro nacional está programado para el viernes 30 de mayo de 2025, con el objetivo de fortalecer la cultura de prevención y garantizar que las lecciones del pasado no se olviden.

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