El papa Francisco aceptó la renuncia del obispo Pedro Barreto Jimeno, quien se desempeñaba en el cargo de arzobispo de Huancayo, tras cumplir 80 años, así se informó desde la Oficina de Prensa del Vaticano. El motivo central sería el límite de edad, ya que al superar las 8 décadas deja de ser un elector para un eventual cónclave que elija al siguiente sumo pontífice.
Debido a que Pedro Barreto recibió la púrpura cardenalicia en 2018, el ahora arzobispo emérito de Huancayo no participó nunca en un cónclave de la Iglesia Católica para la elección de un papa, dado que Francisco —el argentino Jorge Mario Bergoglio— fue electo tras 5 votaciones el 13 de marzo del 2013.
Pedro Ricardo Barreto Jimeno nació el 12 de febrero de 1944 en Lima, Perú. Es miembro de la Compañía de Jesús (jesuitas), una orden religiosa de la Iglesia Católica. Fue nombrado obispo por el papa Juan Pablo II en 2001 y sirvió como obispo de la diócesis de Jaén en el norte de Perú.
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El papa Francisco lo elevó al rango de obispo en el consistorio del 28 de junio de 2018. Con ese cargo, Barreto es conocido por su compromiso con la justicia social, el medio ambiente y los derechos de los pueblos indígenas.
Ha sido una voz destacada en la defensa de la Amazonía y ha participado activamente en la promoción de la encíclica 'Laudato si' del papa Francisco, que aborda el cuidado de la casa común y la preocupación por el medio ambiente.
Pedro Barreto se desempeñó como arzobispo de Huancayo. Foto: Andina
Barreto también ha desempeñado un papel importante en la Red Eclesial Panamazónica (Repam), una organización que busca abordar los problemas sociales y ambientales que enfrentan los pueblos de la Amazonía.
Su labor en el campo de la justicia ambiental y los derechos humanos lo ha establecido como una figura importante tanto en la Iglesia Católica como en debates más amplios sobre sostenibilidad y justicia social en América Latina y más allá.
Los cardenales de la Iglesia Católica cumplen roles cruciales en la estructura y gobernanza. Sus responsabilidades son tanto variadas como fundamentales para el funcionamiento de la institución en el ámbito mundial. Entre sus tareas más destacadas se encuentra la elección del papa, un proceso reservado exclusivamente a ellos cuando se reúnen en el cónclave tras el fallecimiento o renuncia del pontífice. Esta labor es quizás la más conocida públicamente, limitada a aquellos cardenales menores de 80 años.
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Además, los cardenales actúan como consejeros principales del papa, ya que ofrecen su sabiduría y experiencia en asuntos críticos que afectan a la Iglesia universal. Son responsables de dirigir varios departamentos dentro de la Curia Romana, los órganos administrativos que ayudan al papa en el gobierno de la Iglesia, y abarcan desde la doctrina hasta la administración pastoral.
Esta estructura asegura que los cardenales estén profundamente involucrados en la dirección y las decisiones clave que dan forma al futuro de la institución.
Más allá de sus funciones administrativas y electorales, ellos desempeñan un papel significativo en la representación de la Iglesia Católica tanto en foros internacionales como en diálogos ecuménicos e interreligiosos.
Su liderazgo en diócesis importantes alrededor del mundo y su defensa de las enseñanzas y doctrinas de la Iglesia también son vitales para promover la misión de la institución en todo el mundo. Mediante estas diversas responsabilidades, los cardenales no solo guían a los fieles, sino que también aseguran la unidad y la continuidad de la Iglesia Católica a través de los tiempos.