Las inundaciones en Piura son una preocupación constante para sus habitantes y autoridades. Las obras de prevención tradicionalmente se han centrado en la ciudad, específicamente en las áreas bajas. Pero los expertos afirman que cambiar el enfoque hacia la parte alta de la región podría ser la clave para prevenir inundaciones y abordar el déficit hídrico, pues, actualmente, la falta de trabajos en las zonas altoandinas incrementa las probabilidades de deslizamientos y disminuye la retención de agua que llega a las zonas bajas de la región. En este panorama la pregunta que surge es ¿cuál es la ruta del agua y qué se debe hacer desde la parte alta para evitar que la ciudad se vuelva a inundar?
Abel Calle, un experto en conservación de ecosistemas altoandinos, destacó que cada hectárea de páramo bien conservado tiene la asombrosa capacidad de almacenar entre 4.200 y 6.000 litros de agua por segundo. Es decir, cuando un páramo se mantiene saludable y cuenta con una infraestructura verde adecuada, tiene la capacidad de actuar como una esponja natural, absorbiendo y liberando el agua de manera gradual hacia las zonas más bajas. Este proceso reduce la probabilidad de inundaciones causadas por lluvias intensas en la sierra.
También, la rica materia orgánica presente en el suelo de los páramos se descompone lentamente, lo que retiene el agua y la libera de manera constante.
Por lo tanto, el bosque montano es considerado “la fábrica de agua”, mientras que el páramo actúa como una esponja reguladora del flujo de agua.
Además de su función de regulador hídrico, los páramos en buen estado de conservación captan y almacenan gran cantidad de carbono, lo que contribuye a controlar el calentamiento global. Por eso, entre los objetivos también está la prevención de la tala indiscriminada, expansión de frontera agrícola y ganadera y la caza de especies silvestres.
Abel Calle enfatizó que para reducir el calentamiento global desde estos ecosistemas altoandinos es necesario una inversión en todos los ámbitos y unir esfuerzos con programas y proyectos existentes para tener un mayor impacto.
En ese sentido, el especialista destacó la iniciativa del Fondo del Agua de los Andes del Norte como una alternativa. Esto incluye la reforestación con especies nativas, la gestión de áreas de conservación, la protección de vertientes y riberas, la innovación productiva y la educación ambiental.
En el ámbito de la infraestructura gris, Abel Calle sugirió priorizar la mejora de los canales de riego para reducir la presión sobre los bosques de páramo.
También subrayó la importancia de mejorar los sistemas de agua y saneamiento en las áreas cercanas a los páramos, así como impulsar la inversión en la monitorización hidrológica.
Cristina Portocarrero, especialista del Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (Condesan), explicó que la infraestructura natural se basa en tres grupos de acción: conservación, recuperación y uso sostenible de los ecosistemas.
Estos enfoques conjuntos se presentan como la solución posible para reducir el riesgo de desastres naturales en las regiones del país.