Decenas de pescadores artesanales se manifestaron en una protesta pacífica en el Cercado de Lima a fin de exigir el cumplimiento del contrato celebrado con Repsol respecto al derrame de petróleo ocurrido en enero de 2022. Ellos exigen que se respete una cláusula en específico, la cual los indemniza por el daño ambiental ocasionado en el mar peruano, que, por consiguiente, los deja sin su principal fuente de trabajo.
La disposición en referencia argumenta que, si es que persiste la presencia de hidrocarburo en las zonas afectadas, confirmada por el Gobierno peruano, los pescadores deben seguir recibiendo una compensación. Sin embargo, la compañía española ha propuesto pagar el 50 % de la compensación y establecer un contrato definitivo, señala la defensa legal de los afectados, Raúl Yaqua, quien representa a cerca de 4.000 pescadores.
"Un comunicado emitido por el Ministerio de la Producción con fecha 16 de octubre indica claramente que no se cuenta con las condiciones normales para desarrollar actividades extractivas de pesca en las zonas afectadas, de acuerdo a los monitoreos realizados por Imarpe, Sanipes y los informes emitidos por la Oefa", indicó Yaqua. Asimismo, se refirió sobre el plan de rehabilitación que debe ejecutar Repsol para la limpieza del mar.
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Según un comunicado de la empresa petrolera, al que accedió La República, Repsol manifiesta: "Desde hace varios meses se cuenta con las condiciones para la reactivación de la pesca y las actividades recreativas. Prueba de esto son los desembarques oficiales de pescado en Ancón y Chancay". Añadió que más de 3.700 pescadores artesanales han firmado acuerdos de compensación correspondientes al año 2022.
En tanto, para este 2023, se elaboró un Padrón Único de Afectados, en conjunto con la PCM, Indeci y 10.300 personas. La compañía asegura que el 60 % de los afectados firmó indemnización para este año, y quienes no se encuentren en dicho registro, su caso será revisado con documentos que prueben que han sufrido un perjuicio debido al último desastre ambiental ocurrido en los últimos años en el litoral peruano.