El déficit de agua en Uruguay no debería sernos indiferente. Lamentablemente, en las partes altas de Lima, Pasco y Junín, las lagunas Huascacocha y Marcapomacocha, que abastecen a la capital, presentan una disminución del 30% de su volumen por la falta de lluvias producto del fenómeno de El Niño.
Esta es una alerta que acaba de lanzar la gerenta de Operaciones de Sedapal, Yolanda Andía, quien exhortó a los limeños y chalacos a cuidar y ahorrar el agua porque en los próximos meses podríamos lamentarlo.
“Por la escasez de precipitaciones en la parte alta de la sierra, estamos viviendo un estrés hídrico”, advirtió Andía, en ‘Punto final’, lo que quiere decir que hoy no se cuenta con la misma cantidad de agua que antes.
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Y en efecto. Según el cuadro histórico del almacenamiento del sistema de lagunas y represas de Sedapal, hasta el mes de julio se contaba con 30 millones de metros cúbicos menos de agua a diferencia del mismo periodo del año pasado. Eso significa que hemos pasado de tener 225,5 millones m3 de reserva en el 2022 a 190,2 millones m3 en el 2023. Se logró el almacenamiento de solo el 82% del promedio de los últimos 5 años.
“Y podría seguir disminuyendo porque si no llueve, no hay proceso de potabilización de agua. Y si hace mucho calor en el invierno, el consumo en las casas sigue alto (como en verano)”, afirmó la funcionaria.
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Pero ¿cómo afecta El Niño? Andía explica que las lluvias generadas por este fenómeno se registran en las cuencas medias y bajas de Lima (Huarochirí, Chosica), pero no en las altas, donde están las lagunas que abastecen de agua a Lima y Callao.
Para el exministro del Ambiente Manuel Pulgar Vidal, esta es una de las consecuencias del cambio climático. “Para el Perú es grave porque no está preparado para almacenar agua, porque no tiene toda la estructura; a su vez tiene el 70% de la población en la costa desértica, y eso hace que sea altamente vulnerable”, dijo a este diario.
Señaló que además hay un retroceso significativo de los glaciares tropicales, por lo que no solo hay riesgo de escasez, sino que se está perdiendo lo que se denomina el stock del agua.
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“Los peruanos tenemos que aprender a adaptarnos. Sabemos que el cambio climático y El Niño nos van a acompañar por muchas décadas. Por eso, tenemos que saber construir la infraestructura para que en algunos lugares enfrentemos lluvias, huaicos, enfermedades; y en otros enfrentemos sequías que implican un uso más responsable del agua”, manifestó.
En eso coincide el jefe del Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred), Miguel Yamasaki, quien sostuvo que los vecinos de Lima y Callao se olvidan de que viven en un desierto al momento de ponerse a regar las veredas con agua potable. “Debemos reutilizar el recurso y evitar desperdiciarlo al momento de lavarnos las manos o ducharnos”.
Otra preocupación son los más de 635.000 personas de Lima Metropolitana (6% de su población) que no tienen acceso al agua potable desde la red pública de Sedapal, según Sunass. Si la cosa empeora, ellos serían los más afectados.
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Por eso, desde Sedapal se evalúa reducir la presión de agua en Lima y Callao, aunque eso debe tener el visto bueno del Poder Ejecutivo y de la Sunass. Pero se tendría que hacer cuanto antes, ya que existe un 95% de probabilidad de que El Niño Global se extienda hasta febrero del 2024, de acuerdo con el Centro de Predicción Climática del Servicio Meteorológico Nacional de los Estados Unidos. La comisión del Enfen también mantiene ese estimado.
Al 2030, el 58% de la población vivirá en zonas con escasez de agua producto de la futura crisis que tendrá al Perú como uno de los más afectados de América, según Ceplan.
En Puno, ya hay preocupación por la reducción del nivel del lago Titicaca.