Por: Vanessa Sandoval / URPI-LR
Brisa Coronel está suspendida en el agua. Saluda, menea la aleta y dibuja corazones de burbujas a unos niños que la observan asombrados a través de una ventana de cristal templado. Hay magia, ilusión y fantasía.
Ella cumple este ritual cada fin de semana, pues su trabajo es darle vida a este personaje.
Son las 11.30 de la mañana. Brisa tiene solo 30 minutos para transformarse en sirena. Primero, un calentamiento de 5 minutos. Maquillaje, pues, a pesar de estar sumergida, no está de más un labial rosa. El vestuario es minimalista: un top que cubre los bustos y una gran cola color índigo. No es fácil ponérsela.
Por 20 minutos, Brisa nada de un lado hacia otro del acuario. Hace pequeñas pausas para tomar aire. Son solo sus pulmones los que la hacen brillar.
“No tenemos nada que nos dé aire. No solamente es aguantar la respiración. Tenemos que tener distintas técnicas para que el agua no se meta por la nariz ni oídos”, sostiene.
Durante su recorrido, ella se confunde entre peces amazónicos como los pacos, bagres cola roja, así como elementos decorativos que acercan al público al fondo marino.
“Es una experiencia realmente increíble poder nadar. Entrar en el hábitat de los peces. Los mismos peces se van acostumbrando a ti. Ahora nos dejan acariciarlos”.
“Hace unas semanas vinieron unas niñas y se pusieron pegaditas al vidrio. Y, cada vez que bajaban, me hacían así –forma un corazón entre sus manos-. Sentir esa afinidad o que las niñas se sientan felices y emocionadas es algo que llena bastante”.
Además de sirena, Brisa está casada, es madre de dos pequeños e integrante del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú. Sus hijos aman sus dos versiones. “Esto (ser sirena) ha influido mucho en ellos porque es algo realmente increíble. Que tu mamá sea una sirena, que puedan verte".
Ser bombera y sirena hace que Brisa conviva entre dos realidades opuestas. “He vivido emergencias duras y complicadas (como bombera). Es un mundo en donde tienes que ayudar a las personas que están en peligro o están sufriendo algún riesgo”.
“Los dos (trabajos) tienen un parecido, que es la adrenalina que puedes sentir y también las experiencias que puedas compartir con la gente”, señala.
Por su personaje de sirena está en los ojos de los espectadores, entre ellos algunos hombres que se exceden en sus palabras. Su esposo Carlos Vásquez, quien la acompaña, la cuida y se muestra enamorado. “Ella siempre me gustó desde el día que la vi”.
Brisa intenta por ello quebrar el prejuicio histórico que vincula a las sirenas de la mitología solo con la seducción: “El mensaje que queremos dar es la alegría que se puede trasmitir, jugar bajo el agua, cantar, bailar, hacer un espectáculo para demostrar que es lo contrario. Ver una sirena es el sueño de todo niño, toda niña”.
Ella es parte del espectáculo acuático Atlantic, que es ofrecido por el zoológico de Huachipa los fines de semana. Son tres sirenas que acompañan a 'Aquaman' en una bonita dinámica para niños. Pilar Martínez, jefa de imagen del recinto, contó que todos son expertos en nado subacuático y fueron seleccionados entre más de 100 postulantes.
Brisa deja ver su felicidad por poder combinar su amor por la naturaleza como sirena y ayudar a los demás como bombera. Nos vamos y ella vuelve a sumergirse en el acuario, rodeada de peces. Mira a los niños que la aplauden. Tiene una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de alegría. Que la ilusión no acabe.