Con información de Liubomir Fernández / URPI-LR
Sergio Catacora es un comerciante vendedor de medias en Juliaca (Puno). El 7 de enero salió de su domicilio a protestar contra el Gobierno de Dina Boluarte y el Congreso, en cumplimiento a un acuerdo que habría asumido una asociación a la que él pertenece. Las protestas se desarrollaron de manera regular durante la mañana; sin embargo, pasado el mediodía, cuando llegaron a las inmediaciones del aeropuerto Inca Manco Cápac de esa localidad, se produjo un enfrentamiento con los efectivos de la Policía. Como consecuencia, el ciudadano terminó tendido en el suelo, herido por el impacto de más de 50 perdigones, según relató.
Cuenta que, una vez desatada la gresca y los efectivos policiales comenzaron a reprimir la protesta de manera violenta, sus compañeros decidieron abandonar el lugar. Fueron otros manifestantes, ajenos a su asociación, quienes lo llevaron al hospital Carlos Monge Medrano. No obstante, por un antecedente que tenía, sus familiares temían que los efectivos de la Policía lo apresaran, entonces optaron por retirarlo del mencionado establecimiento.
Lo llevaron a la clínica Monte Sinaí. Sin embargo, en este establecimiento se les habría solicitado S/5.000 a los parientes de Sergio. Al no tener el dinero, el paciente no pudo ser atendido. “Si no quieres pagar 5.000 soles te lo llevas o no sé qué harás”, les habrían indicado cuando pidieron una rebaja.
Ciudadano pide que le extraigan los perdigones del cuerpo. Foto: Liubomir Fernández / URPI-LR
Días después, por su parte, acudió a un tópico particular, pero en dicho lugar solo le extrajeron 12 proyectiles; todos los demás aún permanecen alojados en su cuerpo.
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El hombre todavía presenta perdigones en el interior de su cuerpo, debido a que solo fueron extraídos los de la parte externa. Según una ecografía que mostró el ciudadano a La República, presenta un perdigón en el hígado y refiere que también algunos proyectiles llegaron a dañarle los pulmones. “También tengo (perdigones) en las piernas y las manos. Lo de las manos ya no duele, escuecen; pero las piernas no me dejan caminar, me agito cuando camino”, contó.
El ciudadano presenta perdigones de plomo de 3 milímetros de tamaño, según especificó. Pide apoyo para cubrir los gastos y que los médicos lo operen para que le extraigan los proyectiles.