El cementerio Presbítero Maestro tiene un sinfín de historias misteriosas tras albergar a diversos personajes célebres del Perú. Existe uno que es muy peculiar y a quien la población le ha atribuido el cargo de santo: se trata del niño Ricardito. Siempre realiza milagros, según sus seguidores, cuando son pedidos con mucha fe y devoción.
¿No sabes cuál es su historia y el porqué la gente siempre le deja un adorno floral y dulces? En la siguiente nota te contamos todo sobre el niño Ricardito.
Su historia comienza el 10 de diciembre de 1866, día en el que nació. Hijo de Ricardo Martín Espiell, quien fue un abogado y diputado en el Congreso de la República, pero falleció víctima de una neumonía en un hospital del Rímac, y al mes de nacimiento del pequeño niño Ricardito.
Tras ello, Ricardo queda huérfano de padre y se muda al Callao junto a su madre. Sin embargo, contrae la enfermedad de la fiebre amarilla y fallece a los 6 años edad. Fue sepultado en el cementerio Baquijano y Carrillo para que luego, en 1899, sus restos fueran trasladados al Presbítero Maestro y reposen con su padre.
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“Yo había venido con una serie de problemas laborales, me quedé un día rezándole al niño, viendo todo aquí. No sé si será milagro o coincidencia, pero días después me llamaron de un trabajo y hasta el momento me mantengo ahí”, contó uno de los devotos.
Otra mujer de 72 años de edad narró que el niño Ricardito le concedió el milagro de mejorar la salud de su hijo y de alejarlo de las drogas. “Yo le pedí por mi hijo, quería que deje ese mundo en el que estaba. Me concedió el milagro y ahora siempre le traigo su dulcecito”, aseveró.
Según los trabajadores de la Beneficiencia de Lima, una mujer descubrió la tumba del niño Ricardito en los años 90 y tras encomendarse a él en una oración, le cumplió el milagro. La mujer se comprometió a limpiar su tumba y a llevarle flores en muestra de agradecimiento. El rumor pasó de generación en generación y así más personas acuden hasta su nicho donde se encuentra su estatua y le colocan dulces u ofrendas. En algunos casos ponen placas en la pared con sus nombres, peticiones y agradecimientos.