Antes de la invasión española, nuestros antepasados hablaban esa lengua que las élites han querido aniquilar durante siglos: el quechua. El runasimi, como también se le denomina, es considerado por el artículo 48 de la actual Constitución peruana como un idioma oficial, el cual tienen como lengua materna más de 3 millones de la población peruana (13,9%), según datos del Instituto de Estadística e Informática (INEI).
Sin embargo, esta lengua era hablada por más del 80% de peruanos/as a inicios del siglo XX, como detalla el lingüista y docente de quechua Carlos Molina Vital. “En 1905 se publicó un vocabulario políglota incaico, una obra muy importante en los estudios del quechua y aymara por ser la primera vez que un solo volumen recopilaba variedades del quechua. En el prólogo de ese diccionario, creado por padres franciscanos, detallan que el 80% del Perú no hablaba castellano como primera lengua, sino una lengua indígena, específicamente alguna variedad del quechua”, manifiesta.
Así como un sector del Congreso criticó al presidente del Consejo de Ministros Guido Bellido por iniciar su exposición del pedido de confianza en su lengua materna, así las minorías hispanohablantes silenciaron a las y los quechuablantes durante siglos en territorios latinoamericanos como Perú. “En el año 1905 tampoco hacían ningún esfuerzo por hablar quechua las élites peruanas. Lo que ha habido siempre es una discriminación contra la población que usa esta lengua: no importa que sea el 80%, el 20% o el 0,01%, la idea ha sido siempre silenciar a esas lenguas, desaparecerlas, nunca han querido tomarlas en cuenta”.
El gobierno de Juan Velasco Alvarado reconoció en 1975 al quechua y el aymara como lenguas oficiales. ¿Qué significa esto? Que “la administración estatal la hace suya y la implementa progresivamente en todas sus esferas de actuación pública, dándoles el mismo valor jurídico y las mismas prerrogativas que al castellano”, detalla el artículo 10 de la Ley de Lenguas n° 29735. Molina explica que las lenguas oficiales tienen un status legal que les permite ser funcionales en aspectos administrativos y públicos, tales como la administración de justicia, de salud, económica y educativa.
“¿En cuáles de esos aspectos una persona puede ejercer sus derechos ciudadanos en una lengua que no sea el español? Muy pocas veces. Uno tiene que reclamar y pedir. Hay avances, pero la reacción de la presidenta del Congreso y de muchas personas ha demostrado que en el Perú todavía se vive una creencia de que la nación peruana es homogénea y que el español es una de esas marcas de homogeneidad”, expone.
Esa homogenización sin reconocer y dar el espacio a quienes no hablan castellano es discriminatoria, según refiere. “Aprender español es un derecho, pero deben aprenderlo en un entorno que no sea traumático, porque sabemos que muchísimas personas han aprendido a fuetazos, cocachos, latigazos y con insultos”, explica.
“La reacción [al discurso de Bellido en quechua] de las élites dominantes centradas en un poder hispanófilo -que admira o defiende las tradiciones españolas- ven la presencia del quechua como una amenaza para su idea de unidad nacional, que en realidad es mantener el orden establecido”, enfatiza Molina.
La también lingüista Loreta Alva recordó a este diario que no es la primera vez que un episodio así sucede en eventos oficiales. “Recordemos como antes la congresista María Sumire hablaba en quechua y la gente la callaba y la tildaba de ignorante. Esto no es nuevo y significa que el Estado ha avanzado muy poco en esta implementación de las lenguas como parte del aparato estatal”, expresa.
El titular del gabinete ministerial, Guido Bellido, también se pronunció sobre las críticas que surgieron tras su discurso en quechua. “Es un problema cultural que tras de ello está la dominación que ha existido en este país y eso tiene sus raíces profundas. No termina todo en hablar quechua, pasa por un proceso cultural que el país tiene que entrar y obviamente nosotros vamos a incidir bastante”, expresó en entrevista con TV Perú.
“Que el quechua no sea reconocido como una lengua sino como un accesorio tiene que ver con el racismo institucional del Estado que muchas personas han interiorizado. Si el propio Estado te dice que tu lengua en la que te expresas no es válida para estudiar o para hablar en eventos oficiales, uno interioriza eso y deja de hablarla”, lamenta Alva.
Ante ello, recalca que se debe comprender que el Perú es un país plurilingüe y pluricultural, pero que la exotización e instrumentalización de las lenguas, ropa, comida, y bailes con fines publicitarios han llevado a creer a la sociedad peruana que se ha alcanzado la igualdad de derechos.
“Las lenguas no son solo un accesorio o para hacer marketing, son lenguas que son habladas por millones de personas y tenemos que entender que nosotros tenemos que respetar a los hablantes de ellas. La verdadera identidad se crea cuando se reconoce a los hablantes de estas mismas como sujetos de derecho al igual que nosotros”, concluye la lingüista.
Carlos Molina afirma que para entender al Perú se necesita comprender las lenguas amazónicas pero, sobre todo, las quechuas, pues las considera la columna vertebral de la cultura peruana. “Sin eso no entendemos cómo somos, cómo comemos, cómo amamos. El quechua es inescapable en la vida peruana. Hay posibilidades para que la gente estudie quechua, solo hay que buscar y se va a encontrar”.
¿Cómo hablar entonces de democracia si no se respetan los derechos de quienes desean expresarse en su lengua materna? Intindikichu, manachu? o manan munankichu? (¿Entiendes, no? O no quieres [entender]?) Pareciera que, a 200 años de la independencia del Perú, la colonización continúa.