Kipi, palabra que deriva del quechua Quipi (manta, bulto), es el nombre que eligió Walter Velásquez Godoy, un profesor del Vraem, para bautizar a la primera robot quechuahablante del mundo, la cual creó en plena pandemia del nuevo coronavirus.
Velásquez es profesor del área de Ciencia y Tecnología del colegio Santiago Antúnez de Mayolo, escuela rural ubicada en el distrito de Colcabamba, Tayacaja, Huancavelica, en el ámbito del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).
El tutor de 33 años logró crear a Kipi para salvar a sus alumnos y de otros colegios del distrito de la exclusión educativa, puesto que Colcabamba tiene 23 comunidades asentadas a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, adonde no llega el Internet.
“Esta parte del Vraem tiene una diversidad natural hermosa, pero está presente el narcotráfico. Los chicos son tentados por organizaciones que se los llevan como mochileros, transportadores de droga, y las familias de esta zona viven entre la pobreza y pobreza extrema, la universidad no es una opción, y muchos escolares prefieren ganar dinero fácil”, señala Velásquez a El Peruano.
Por esta razón, Walter construyó a Kipi, una robot que está hecha a base de piezas electrónicas y reciclables. Además, reconoce la voz humana inmediatamente y está programada para demostrar su enojo ante la contaminación de los ríos encendiendo sus ojos de color rojo; cantar y desafiar a las alumnas con retos y hablar en quechua chanka y castellano.
El maestro cruza a lomo de bestia o en bicicleta largos trayectos para llevar a Kipi a esa niñez y adolescencia rural, alejada de las comunicaciones. “Soy Kipi, la robot del Vraem, carguémonos de alegría y esperanza”, es la frase que usa para iniciar sus sesiones.
“No hago robots para vender en vitrinas, sino para uso pedagógico. El Estado tiene que invertir con fuerza en ciencia y tecnología en las escuelas. Felizmente, Kipi ya estará en 3D para ser instalada en laptops y celulares”, concluyó.