Luego de cinco años, acabó el primer proceso de licenciamiento de las universidades del Perú. El superintendente Oswaldo Zegarra hace un balance de lo que pasó, lo que se viene y de los riesgos que aún existen.
Estos cinco años de licenciamiento tuvo rectores rebeldes, comisiones investigadoras, procesos judiciales e intentos de cambiar la ley. ¿Cuál ha sido la principal dificultad?
A lo largo de estos años tuvimos problemas que se han ido resolviendo. Hubo bastantes dificultades en los dos primeros años, durante la adecuación a la ley (...). Lo más importante es que culminamos con el proceso de licenciamiento para 145 universidades, de las cuales 94 cumplieron con las condiciones básicas de calidad (CBC) y son la base de la organización de un sistema ordenado y adecuado. Lamentablemente, 50 se quedaron en el camino porque no pudieron demostrarlo.
¿Qué significa que casi un tercio de universidades del país haya ofrecido el servicio educativo sin condiciones básicas?
Ha sido el resultado de una situación caótica de creación de universidades cuyo objetivo no era fundamentalmente la calidad de la educación superior, sino otros que pueden ser de tipo lucrativo. Si bien pueden tener el afán de lucrar, si cumplen con las condiciones, pueden seguir adelante. (Las denegadas) han trastocado objetivos fundamentales: la educación, investigación, el servicio a la comunidad.
¿Cuántos alumnos están en las universidades licenciadas y cuántos en las denegadas?
Más de un millón 100 mil tenían acceso a licenciadas. A ellos se les puede garantizar una universidad con CBC. Hubo alrededor de 230 mil en las denegadas. Van a tener que seguir sus estudios con traslados, etc.
De las denegadas, ¿cuántos jóvenes se han trasladado?
Las universidades denegadas tienen un plan de cese progresivo de dos años. El 60% de sus alumnos continúan en ellas. Alrededor de 30 mil están en otras universidades, 15 mil han culminado su carrera, y de 80 mil no se conoce su situación. Puede ser que hayan renunciado a seguir o no hayan informado su destino. Se está buscando información a través de la dirección de supervisión, para ver qué facilidades se les puede dar.
¿Este resultado de 50 denegadas lo veían venir?
Yo fui miembro del primer consejo directivo de la Sunedu. Teníamos idea de que algunas universidades, seguramente por las características, podrían ser denegadas, pero no teníamos la información sobre las condiciones para que puedan ser tantas las universidades denegadas.
Ahora bien, acabó el 2020 y el Congreso no aprobó la ley que evita crear universidades.
Hay varias interpretaciones que se pueden dar. Una podría ser que por tanto trabajo y problemas no lo han agendado en el pleno. Otra es que no existe voluntad de aprobarla porque tendrían intención de crear nuevas universidades, filiales.
¿Y usted con qué interpretación se queda?
(Ríe). No quisiera prejuzgar, pero me voy a inclinar a que no han podido hacerlo por un exceso de trabajo.
En la mira. Sunedu debe seguir la reforma, pese a ataques. Foto: John Reyes/La República
Hay candidatos presidenciales cuyo plan de gobierno plantea un licenciamiento único y definitivo. ¿Esto representa una amenaza a la reforma?
Como lo plantean, sí. Digamos que la Ley Universitaria establece que el proceso de licenciamiento tiene un tiempo determinado y debe ser renovado para garantizar que las condiciones de calidad se mantengan (...) Eso tiene que ser visto en el sentido de que hay universidades con mucho prestigio y calidad que pueden tener un licenciamiento más largo, pero si esto conlleva a que cualquiera tenga una autorización permanente, ya supone la disminución de la capacidad regulatoria y de supervisión que la Sunedu debe tener.
Para precisar, usted cree que no es lo ideal cambiar el licenciamiento, o hacerlo único.
Claro, no lo es. Todo proceso puede ser enriquecido, modificarse para bien, pero no para que rompan la estructura cuyo objetivo fundamental es el mejoramiento de la calidad.
¿Esto rompe la estructura?
Creo que sí. Por ejemplo, al hacer una instancia superior, ya se cambiaban las reglas de juego, porque proponía prácticamente participación política o de rectores. Lo convertía, digamos, en un conflicto de intereses. De alguna forma iba a cambiar la decisión de Sunedu, que es eminentemente técnica y apolítica.
¿La Sunedu y la reforma universitaria deberían ser parte de las promesas electorales?
Debería estar al margen de promesas políticas. Escucho diferentes planteamientos: que haya licenciamiento único; otro es que el mismo Podemos (Perú) dice que va a fortalecer la Sunedu. En ese margen hay varias posiciones que de alguna manera preocupan, pero creo que la Sunedu tiene suficiente fortaleza para hacer valer su condición de ente técnico y especializado.
Telesup no presentó el empadronamiento de alumnos, ni dio información sobre su cierre. ¿Podrá volver a presentarse a un licenciamiento?
Lamentablemente, desde que se denegó su autorización, no se acogió al proceso de cese ordenado. Esta universidad se ha declarado en rebeldía, no cumplió con ninguno de los requisitos y, por lo tanto, considero que no tiene posibilidades de reingresar al sistema, salvo que creen otra razón social.
O sea no hay forma de que vuelva a operar o que reanude su proceso si presenta documentos.
Ya no, ya perdió el rumbo, por declararse en rebeldía y, por lo tanto, pese a que ha hecho muchas injerencias judiciales, no ha tenido eco. La Sunedu ha sido respaldada. Hace 10 años, el Tribunal Constitucional garantizó su autonomía al cumplir sus funciones a nivel técnico.
O sea, en términos coloquiales, la universidad Telesup ya está... “muerta”.
Como dicen los chicos, ya fue.