A pesar de la cuarentena y cierre de terminales terrestres por la pandemia, esta semana a la ciudad de Tacna llegaron grupos de ciudadanos venezolanos cargando pesadas mochilas, con niños en brazos, transitando por el Centro Histórico. Proceden de Lima y Arequipa, y pagan entre 150 y 500 soles por el transporte privado hacía la ciudad fronteriza del Perú. Su meta es llegar a Chile.
Los adultos, llevando a sus niños, piden ayuda o donativos a los peatones con los que se cruzan. Mientras están en Tacna sobreviven de la caridad. Las fronteras peruanas y chilenas están cerradas desde el 16 de marzo por decisión de ambos países, para evitar los contagios de la COVID-19.
Ayer, varios extranjeros se acercaron al comedor gratuito de la iglesia Nuestra Señora de Fátima. Este establecimiento fue abierto por la parroquia a fin de ayudar a vecinos del pueblo joven Leoncio Prado afectados por la pandemia, pero no niegan alimentos a los viajeros sin techo.
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El paso por la frontera a través de rutas no permitidas, pone en riesgo la vida de los migrantes. Muchos han intentado cruzar las pampas que separan a Tacna y Arica. El último caso ocurrió el fin de semana, donde se halló a 18 venezolanos en territorio chileno, deshidratados caminando sin rumbo y esquivando la zona minada. Con ellos iban cinco niños.
En Tacna permanecen algunos ciudadanos que intentaron esa travesía sin éxito. Al consultarles, relataron que los “coyotes”, también de nacionalidad venezolana, les cobran 150 dólares por llevarlos a la frontera y enseñarles la ruta hacia Chile. “Caminamos tres horas y me robaron mi mochila. Perdí todo. Ahora otra vez debo juntar dinero”, contó un joven venezolano que vendía sus dulces en el Paseo Cívico.
Los migrantes que intentan cruzar el amplio desierto que divide a Perú y Chile, denominan “coyotes” a las personas a las que les piden ayuda para transportarse a escondidas y surcar la frontera de manera ilegal.
El Banco Mundial estima que 1,2 millones de migrantes y refugiados están en el Perú. La organización no gubernamental “Acción contra el Hambre” refiere que la cifra sería de 900 mil. Ambas instituciones coinciden que esta población ha sido bastante afectada por el desempleo. Antes de la cuarentena, laboraban en hoteles, restaurantes, comercios, transporte y construcción.
Aunque el sueño de un grupo de migrantes es viajar a Chile, en ese país la situación también es crítica en cuanto a empleabilidad. Por la pandemia, Chile ha perdido más de un millón 800 mil empleos, además de tener 700.000 trabajadores suspendidos en sus labores.