Desde el 26 de agosto, la vida de Juana Vilca Rivera ya no es la misma. Esa madrugada, le informaron por teléfono desde Lima, que su hijo Manuel Chavez Vilca (18), un alumno de la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea del Perú, había fallecido.
Tuvo que viajar de inmediato desde La Joya (Arequipa) dejando a sus otros dos menores hijos. Allá en Lima, lejos de encontrar la verdad, fue descubriendo cosas extrañas.
Ella cuenta que el día anterior, 25 de agosto, tuvo comunicación con su hijo hasta las 21:13 horas. El joven le había contado que otra vez le habían hurtado un objeto. Esta vez su reloj que tenía dentro de su cuadra (espacio donde los alumnos duermen).
“Le dije que se cuide, porque los otros chicos podían tomar represalias. Me dijo que todo estaba bien que no me preocupe. Que ya iban a buscar al responsable”, cuenta. Lo último que Manuel le escribió antes de ir a formar, fue “Chau mami, cuídate mucho, te amo”.
Al día siguiente, al promediar las 3.00 de la mañana, fueron al domicilio de su familiar en Lima para informar que el joven había fallecido a las 23:35 horas. Dieron cuenta que murió luego de un trote. Les aseguraron que abandonó la fila y luego de desmayarse falleció mientras lo llevaban al hospital. La necropsia arrojó que murió por edema cerebral y pulmonar.
Sin embargo, para la madre no fue un hecho fortuito sino provocado. Por versión de los compañeros de su hijo, conoció que esa noche el monitor (alumno de tercer grado) y el Capitán FAP Sergio Cossio O., los castigaron a todos por el hurto, incluido a Manuel. “Me contaron que los hicieron correr tanto que poco a poco los alumnos se iban quedando. Uno de sus promociones me dijo que le decía que abandone el trote a mi hijo, pero el seguía porque era peor el castigo que venía por abandonar la fila”.
Para Juana, ese castigo inhumano causó la muerte de su hijo. Más aún cuando casi el 100% de los alumnos, había sido contagiado con el coronavirus y estaban en recuperación y no podían realizar esfuerzos físicos al estar vulnerables.
Otro detalle que le llama la atención, es que el reloj apareció entre sus cosas cuando murió.
Por eso pide una profunda investigación. La versión de la FAP es que los alumnos realizaban su rutina diaria de ejercicios por la noche, a cargo del Capitán FAP Sergio Cossio Orosco. Sin embargo, según los reglamentos, los alumnos deben estar durmiendo desde las 9.00 p.m.
Ante tanta insistencia de parte de Juana, ayer, la Fiscalía Penal y el fuero Militar, han empezado una investigación por homicidio culposo. La madre arequipeña solo quiere que se llegue a la verdad, y castigar a los responsables de la muerte de su hijo.
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El sueño de un arequipeño con una carrera militar
Juana Vilca compartía el sueño de su hijo que desde pequeño quería vestir el color azul de la Fuerza Área del Perú. A pesar de ser madre soltera, hizo de todo para ayudar a su hijo en lograr su sueño. El joven se preparó e ingresó.
Dejó La Joya y se fue a Lima. Estaba camino a cumplir sus sueños cuando ocurrió su muerte.
La familia del joven solo busca justicia. Consideran que el joven estuvo sano y por un castigo innecesario e inhumano, han causado su muerte.
Ellos piden apoyo a las autoridades, para que los compañeros de Manuel cuenten lo que pasó esa noche. Contaron que los jóvenes tienen miedo a represalias y por eso temen dar su versión. Pero si hay garantias lo harán.