Padecer hasta diez convulsiones y tomar 18 fármacos que no lograban hacer efecto era el día a día de Anthony, un joven de 20 años. Esta situación motivó a Ana Álvarez, su madre, a convertirse en activista del cannabis medicinal y posteriormente fundar y ser la actual presidenta de la asociación de madres Buscando Esperanza.
Anthony fue diagnosticado a los cuatro años de síndrome de Lennox —un tipo de epilepsia infantil que se caracteriza por convulsiones complicadas de manejar— y esclerosis tuberosa —enfermedad que causa tumores en el cerebro y otros órganos del cuerpo—, a los siete años, de trastorno límite de personalidad y a los once, de discapacidad intelectual moderada.
Buscando Esperanza. (Foto: Composición/Facebook Buscando Esperanza)
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“Hasta los 15 años, la vida de mi hijo se fue deteriorando por padecer de enfermedades neurodegenerativas”, cuenta Ana en conversación con La República. Cansada de que los fármacos no controlaran ni mejoraran la calidad de vida de su hijo, decidió optar por el aceite de cannabis medicinal. ”Probé y vi que su calidad de vida mejoró”.
Al inicio, empezó importando botellas de 10 mililitros de aceite de cannabis del mercado informal. Sin embargo, llegaba a pagar desde 270 hasta 1.200 soles por cada una de ellas. Como el dinero no siempre alcanzaba, decidió juntarse con otras madres y pacientes para cultivar diferentes cepas en conjunto a inicios del 2016.
En febrero del 2017, la Policía Nacional del Perú (PNP) intervino, sin orden judicial, un inmueble de Buscando Esperanza ubicado en San Miguel. Las autoridades acusaron a las madres, y a quiénes las ayudaban en el autocultivo, de tráfico ilícito de drogas. Lo que ellos no sabían era que ese allanamiento sería el detonante de una lucha que, si bien venía de años atrás, logró la Ley de Cannabis Medicinal en el Perú en el 2017. Pero, según Ana, esta ley no ha beneficiado a los usuarios.
Rosario Grados, especialista en ciencias políticas, excandidata al Congreso y activista cannábica, declaró a este diario que la Ley Nº 30681 “no ha tenido un impacto en la vida y salud de los pacientes del cannabis”. “Esta lucha inició con la demanda de las madres y de activistas, pero la puerta solo se abrió para las grandes farmacéuticas”.
Según la especialista, se dejó de lado el origen que impulsó el llevar este tema al Congreso: el autocultivo y el cultivo asociativo. “Se está bloqueando el derecho a la salud que tenemos todos y todas las peruanas”, precisó.
Diferentes asociaciones que tratan esta planta buscan que este texto sea modificado, pues las madres y pacientes que apuestan por el autocultivo todavía arriesgan su propia libertad por el bienestar y el derecho a la salud.
Son cuatro las principales razones por las que las activistas optan por el autocultivo: democratizar el cannabis, obtener una medicina segura y cepas adecuadas, eliminar la burocracia para el acceso a la planta y atacar al tráfico ilícito de drogas.
Democratización del cannabis
Una de las principales premisas de estos colectivos para optar por el autocultivo es que no todas las familias tienen el dinero para poder adquirir los aceites que se ofrecen en el Perú. Según Grados, el costo del aceite que ofrece el Estado peruano ronda los 40 soles.
Si bien algunos activistas consideran que es un precio accesible, Luis Gavancho, fundador del colectivo Legaliza Perú, afirmó que “no hay punto de comparación” entre los precios que ofrece el Estado, el mercado informal y lo que se invierte en el autocultivo.
Cannabis. (Foto: EFE)
“Menos de 100 soles y un espacio de uno o dos metros cuadrados te aseguran una cosecha que te puede durar por tres meses”, señaló quien empezó a cultivar esta planta desde hace ya once años. “Tendrás algo de calidad, solo es cuestión de conocer bien la técnica”, añade.
La democratización no solo pasa por que todos puedan acceder a un precio cómodo al aceite de cannabis, sino también es importante que se permita el uso integral de toda la planta. “Con el autocultivo podemos favorecernos de todas las propiedades terapéuticas de la planta, porque nosotras utilizamos desde las hojas hasta la raíz”, pues se pueden elaborar desde cremas hasta resinas.
Cada paciente necesita una cepa distinta
Ana, Luis y Rosario coinciden en que el aceite que ofrece el Estado peruano es uno estandarizado que tiene como principal componente el cannabidol (CBD). Sin embargo, este elemento no es suficiente para los usuarios, pues muchos de ellos necesitan del Tetrahidrocannabinol (THC).
“Lamentablemente, en la discusión peruana se han satanizado componentes como el THC, que tienen impactos positivos en el tratamiento de diferentes enfermedades tales como el cáncer, epilepsia, fibromialgia, entre otras”, explicó Grados.
“Por ejemplo, mi hijo y el de mi compañera sufren de esclerosis tuberosa, pero la misma cepa no les hace efecto a los dos por igual”, precisó por su parte Ana.
Cannabis medicinal. (Foto: Grupo La República/Renato Pajuelo)
Mediante el autocultivo, o el cultivo asociativo, se puede obtener diferentes variedades de cepas, así como una medicina segura. “Esta es una planta natural, como si cultivaras una manzanilla. Con otros procesos, claro, pero todo lo natural es mejor”, acotó la fundadora de Buscando Esperanza.
Asimismo, los activistas indicaron que el mismo proceso de cuidar a la planta del cannabis también es terapéutico.
Se eliminan las trabas burocráticas
Para poder comprar el aceite de cannabis estandarizado que ofrece la farmacia de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), se debe tener una receta sellada por un médico que tenga conocimiento sobre el uso de la marihuana medicinal.
Para obtenerla se debe pasar por una consulta, la cual tiene un costo que oscila entre los 100 y 200 soles. Con esa receta, el usuario debe registrarse en la web del Ministerio de Salud (Minsa). Tras ello, recién se puede acudir a la farmacia de la Digemid.
Digemid. (Foto: Difusión/Andina)
Gavancho afirmó que estos procesos afectan sobre todo a los pacientes que viven en diferentes regiones del Perú, quienes deben gastar los pasajes para poder llegar hasta Lima para luego realizar el proceso ya mencionado. “Muchas veces estas personas tienen la tierra disponible allí para poder cultivar”.
Rosario indicó que durante la cuarentena se agotó el stock del aceite, por lo que muchos usuarios se quedaron sin esta medicina, lo cual afectó la continuidad del tratamiento, algo que se pudo haber controlado con el autocultivo. “Si se está cultivando, el acceso a la planta es directo y natural”, acotó Ana, desde su experiencia propia.
Ataque al tráfico ilícito de drogas
Criminalizar el autocultivo o las asociaciones de cannabis hace que las miradas se vuelquen solo hacia quienes están utilizando esta planta como medicina y no al crimen organizado de tráfico ilícito de drogas, coinciden los activistas.
“El narcotráfico se alimenta del cannabis, y lleva a personas a involucrarse en una cadena más grande que los expone”, advirtió Rosario. Por ello, recalcó que regular el acceso a la planta “sería mejor para no calificar a madres como delincuentes”.
Para Gavancho esto, incluso, podría llevar a reducir el índice de criminalidad y “se enfocaría mejor los recursos de la PNP a atacar el tráfico ilícito de drogas”.
Actualmente, el Código Penal no considera un delito el autocultivo, pero el artículo 299 de este sí sanciona con pena privativa de libertad a quienes posean ocho gramos de marihuana. “Esto deja en el limbo el tema del cultivo, por tanto, las fuerzas del orden y el aparato judicial penalizan a quien lo ejerce”, determinó Rosario Grados.
El pasado 6 de abril, el congresista de Somos Perú, Jorge Pérez, ingresó un proyecto de Ley con el que busca modificar este artículo. “Es absurdo, se restringiría aún más el acceso al cannabis y, por ende, a la salud”. sentenció.
Para Ana, sin el cannabis medicinal la situación de su hijo Anthony sería como antes, con “muchas convulsiones y estaría desconectado de la realidad”. “Esta es una planta que salvó la vida de mi hijo. Ahora puede ir al colegio, participar de teatro e, incluso, él mismo ha creado ‘El taller de Antho’, su propio emprendimiento para autosolventarse económicamente”, relato.
Ella, así como los demás usuarios de marihuana que autocultivan o son parte de cultivos asociativos, prefieren exponer su propia libertad por su salud o la de sus seres queridos.