La llegada del premier, Vicente Zeballos junto con la presidenta ejecutiva de EsSalud, Fiorella Molinelli a la ciudad de Chiclayo generó expectativa, y más si está en la agenda poner en funcionamiento el Hospital Blanco como contención para la atención de pacientes con coronavirus.
Empero en la seguridad social nada sería color de rosa, cuando en los exteriores del Hospital Almanzor Aguinaga (HAAA) y Luis Heysen la realidad es otra. El drama de decenas de asegurados que claman una prueba rápida o una cama para sus seres queridos que soportan un cuadro de asfixia.
El llanto de mujeres y los gritos de hombres que piden una atención de calidad son escenarios que entristecen y que deja una sola respuesta: EsSalud está en su hora crítica.
Se conoció que la Red Asistencial Lambayeque solo tiene en stop 300 pruebas rápidas, las que solo alcanzan para el testeo de un día. Un paciente que tuvo contacto directo con una persona positiva de COVID-19 y que presenta síntomas asociados a la enfermedad, debe seguir esperando el examen. ¿Es justo?
Además, según la denuncia de los asegurados no hay camas ni balones de oxígeno, al punto que el asegurado debe comprarlos, sin que signifique luego un reembolso.
A estos problemas se suma la falta de información a los parientes de las víctimas del virus, los que por horas esperan en la puerta de los nosocomios un informe clínico, el que casi nunca llega. O en el peor de los casos, no se les dice que su familiar que perdió la vida será inhumado o cremado.