“Todos tenemos una historia, un amor, merecemos vivir, pero este sistema es muy cruel. No queremos que mi papá muera por falta de un respirador”. Estas son las palabras con las que Janet Rodríguez clama por ayuda para trasladar a su padre infectado con coronavirus a un hospital que cuente con una cama en cuidados intensivos, donde pueda ser asistido por un ventilador mecánico que le permita respirar y vivir.
Desde las 3:00 de la madrugada de este lunes 11 de mayo, la salud de Paul Richard Rodriguez Mancilla, de 51 años, se deterioró a tal punto de no poder respirar. Su hija mayor lo trasladó hasta el Hospital San José, ubicado en el Callao. Una vez allí, los médicos le indicaron que la única vía de supervivencia para su padre es un respirador o ventilador mecánico, pero que allí no cuentan con uno y tampoco tienen pruebas de descarte para COVID-19, según dijo Janet a La República.
El drama en el San José alcanza es tal que hay personas que esperan días por una prueba para coronavirus, mientras su salud se agrava, según el testimonio de Janet. Tampoco hay suficiente oxígeno, por lo que recién en la tarde su padre pudo recibirlo y aliviar un poco sus cansados pulmones.
“Aquí hay personas que no dejan de llorar. Pido ayuda no solo para mi papá, sino para todos ellos. Cómo es posible que un hospital que atiende a tantas personas no cuente con pruebas, al menos las rápidas. Me parece muy cruel que se mueran solo por un respirador”, exige y reclama esta hija desesperada.
Además, narra que el trato que ha recibido por parte del personal médico ha sido cortante y “brutal”.
“El doctor me ha dicho que tengo que esperar a lo que venga si es que él no reacciona al tratamiento, porque que como él, hay 100 personas más y que sería bonito trasladarlo a una clínica, pero la realidad es esta, a menos que tengamos 40.000 soles para pagar”, dice muy apenada, pero recuerda que incluso para llevarlo a un centro privado necesitan una referencia y esta no es posible sin el diagnóstico de COVID-19.
Pues, aunque su padre ya recibe el tratamiento como si fuese portador del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, para la enrevesada burocracia, resulta necesario que la prueba haya sido realizada, según los médicos que lo atienden, pero en el San José no hay tests rápidos. Un cruel círculo vicioso.
Paciente grave con COVID-19 requiere ser trasladado a una UCI, según familiares. Foto: Composición
Cada hora que pasa es vital para Paul Richard Rodriguez Mancilla, pues es un paciente con condiciones de obesidad y psoriasis, que limitan más la lucha de su organismo contra el SARS-CoV-2.
El suplicio de este padre y abuelo, que trabajaba como taxista, empezó hace unos tres días. Creyeron que se trataba de una gripe, pero pronto dejó de comer, apenas podía moverse, la tos lo ahogaba y la fiebre empeoraba hora tras hora. Esta madrugada no resistió más y su familia decidió llevarlo al San José.
“Lo único que puedo hacer es esperar, me dicen, pero yo no puedo esperar viendo que mi padre se muera”, dice Janet.
En su casa, además, posiblemente fueron contagiados, la madre de Janet, sus hermanos de 30 y 18 años, dos sobrinos niños de 11 y 2 años. Otros primos de 27 y 24 años y sus dos tíos de 40.
Ella recorrió varios hospitales averiguando si alguno de ellos podía realizarle una prueba COVID-19 a su padre. Fue hasta el Luis Negreiros, también al Barton Thompson, pero en este le dijeron que solo atienden a los asegurados de EsSalud, a pesar de que el Gobierno dispuso que los pacientes con coronavirus pueden atenderse indistintamente en hospitales o clínicas, gracias a un intercambio prestacional, establecido para salvar vidas.
Actualmente, según la Sala Situacional del Ministerio de Salud (Minsa) quedan disponibles 194 camas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), a nivel nacional. La familia Rodríguez pide una para salvar a este padre y abuelo.
Dato
Pueden comunicarse con Janet Rodríguez a este número: 940672216