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Sociedad

Contra el dios de Jacob

“Entiendo que José de la Torre Ugarte escribió esa mención a “Jacob” porque necesitaba algo que rimara con “sol” y listo.”

larepublica.pe
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En el año 2009, el entonces ministro de Defensa, Rafael Rey, dispuso que en las ceremonias militares se cantase la sexta estrofa del Himno Nacional. Este fue un claro retroceso hacia la época de la dictadura militar de Morales Bermúdez, que había ordenado lo mismo, en desmedro de la histórica “largo tiempo”. Con el regreso a la democracia, Belaunde había restituido esa primera estrofa, que acompañó a los peruanos en una de sus épocas más difíciles: la del terrorismo. Hasta que llegó el ministro numerario del Opus Dei. El gobierno de Alan García amplió la disposición para los colegios y, así, los niños empezaron a cantarle al dios de un tal Jacob.

Según la mitología judeocristiana, Jacob fue un trafero inescrupuloso que 1) Aprovechó que su hermano volvía en estado famélico de una expedición para darle un plato de lentejas a cambio de su primogenitura (que implicaba doble porción de la herencia paterna); y 2) Años después, se hizo pasar por su hermano para recibir la bendición de su padre que ya estaba ciego.

Esta es una historia supercoherente con el gobierno de García pero creo que podemos convenir que Jacob no es la figura más adecuada para el Perú post-30S. Entiendo que José de la Torre Ugarte escribió esa mención a “Jacob” porque necesitaba algo que rimara con “sol” y listo. Pero hasta él debe haberse dado cuenta de lo forzado del verso (por algo enterró esa estrofa al final).

En 2004, unos congresistas intentaron desterrar el “largo tiempo” y para eso recurrieron al Tribunal Constitucional. La sentencia no solo rechazó su iniciativa sino que determinó, recurriendo a fuentes históricas, que “existe consenso nacional, en que corresponde a la primera canción patriótica cantada por el pueblo de Lima a la entrada de San Martín”. Es decir, no es una letra encargada por un comité sino que se trata de una lírica popular, más antigua que la melodía de Alcedo, apropiada por la ciudadanía e impuesta únicamente por el favor del pueblo. Además, vamos, nada más épico que la última palabra de esa estrofa sea el grito “levantó”.

Una iniciativa ciudadana ha propuesto revertir una disposición ejecutiva abiertamente inconstitucional. El Ejecutivo tiene el poder de subsanar esta situación. Ojalá. Ahora el Perú está levantando su cerviz humillada por una clase política digna de Jacob. Volvamos a cantar lo que cantaron quienes creyeron en una idea llamada Perú.