Roberth Orihuela Q.
Hay un principio en geología: lo ocurrido antes volverá a registrarse. Es el ciclo de la naturaleza, recuerda Rigoberto Aguilar, coordinador en Arequipa del Observatorio Vulcanológico del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet).
Esta máxima se aplica para los desastres provocados por las lluvias que activaron los cauces secos con potentes huaicos desbordados contra las áreas urbanas. ¿Desastre natural o artificial fabricado por la imprudencia del hombre?
Arequipa está surcada por más de 8 torrenteras que nacen en los volcanes y desaguan en el río Chili. Aunque estén dormidas durante el año, llega un momento de su reactivación y la masa de lodo y piedras busca su cauce natural, explica Aguilar.
Eso ocurrió el lunes pasado en la torrentera El Chullo, que nace en el volcán Chachani y desciende por los distritos de Cayma y Yanahuara. Este año carcomió los cimientos de 8 casas de la urbanización Independencia Americana (Yanahuara) y las hizo colapsar. Hay otras 15 en riesgo de sufrir la misma suerte.
Los vecinos de la zona ganaron espacio al cauce seco. Según la Autoridad Nacional del Agua (ANA), debería haber no menos de 50 metros entre las casas y la torrentera. En Independencia no se respetó esa distancia.
Aguilar muestra el mapa de riesgos. Como si fuese una ramificación descendente, los cauces se concentran en uno solo en la ciudad. Al inicio El Chullo tiene 100 metros de ancho, cuando llegan a Yanahuara se reduce a 6 metros.
El huaico generado por la intensa lluvia desbordó esos seis metros.
En la torrentera Los Incas, a la altura de los terminales terrestres de la ciudad, la situación es parecida. El martes por la noche llovió 83 litros por metro cuadrado en los distritos de Paucarpata y Mariano Melgar.
Este cauce tiene casi 200 metros de ancho en el punto de inicio. A la altura del terminal terrestre se redujo a 5 metros. No es difícil imaginar lo que pasó. El agua rebalsó e ingresó a las instalaciones a las siete de la noche. Los pasajeros escaparon a empujones ante el vendaval. 50 centímetros de lodo y basura se quedaron adentro. Más de 8 mil viajeros no pudieron salir con normalidad.
San Lázaro inicia en el volcán Misti, con más de 200 metros de ancho de cauce, pero termina con menos de 10 metros en el parque Selva Alegre. De igual forma, la de la avenida Venezuela, que inicia en la parte alta del distrito de Miraflores. Empieza con más de 100 metros de cauce y termina con 5 y 10 metros en el mejor de los casos. En 2012 hubo una lluvia torrencial que la activó. Hubo cuatro muertos y gran parte de la vía quedó destruida.
Torrenteras
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Limpieza de caudales
Para el coordinador del Ingemmet, ya no hay forma de reparar el daño. Sería difícil recuperar los cauces. La única manera de amenguar el daño es hacer limpieza todos los años para retirar los escombros.
Ingemmet da esas recomendaciones a las autoridades locales. “Los informes están allí (en la web) a disposición, pero casi nadie los lee y aplica las recomendaciones”, indica Aguilar.
El año pasado se recomendó limpiar Los Incas. No se hizo nada. Por eso ocurrió lo de los terminales.
En El Chullo, los vecinos piden un proyecto de contingencia para refaccionar los muros de contención de la torrentera. Ninguna autoridad les hizo caso. Solo este año el alcalde de Yanahuara, Anghelo Huerta, señaló que cuentan con un proyecto de S/ 9 millones, pero siguen pidiendo el dinero al gobierno central.
Según ha reportado el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), las lluvias en marzo continuarán. Solo esperamos que no en la misma magnitud que en las últimas semanas.