Con información de Regina Flores, Carlos Rodríguez Huambachano y Paola Ugaz
El 8 de enero último, mientras en la casa del periodista Pedro Eduardo Salinas, ubicada en Mala (a 80 kilómetros al sur), se realizaba el allanamiento por más de 20 policías como si fuera el jefe de una banda criminal de alta peligrosidad; en una playa al sur de Lima disfrutaban, de un espléndido día de sol, el jefe del imperio económico del Sodalicio junto a algunos de sus compañeros.
Se trata de Jaime Manuel Baertl Gómez (de polo blanco y lentes), junto a Juan Carlos Len Álvarez (de polo plomo), Juan Mendoza Figari (de gorra negra) y Enrique Granados Cueto (de espaldas y de polo negro).
Foto: cortesía
Si bien Baertl vive en Colombia desde hace varios años, estuvo en Lima el mismo día del allanamiento a Salinas, tal y como podemos ver en su movimiento migratorio del 2022.
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Tal como se afirma en esta investigación de La República, todo siempre es casualidad y coincidencia en el Sodalicio: los escarmientos al mensajero si no te gusta el mensaje, las celebraciones rociadas frente al mar y que hasta hoy la justicia brille por su ausencia.
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Como se informó, un fiscal ingresó al domicilio de Salinas y trató de confiscar su computadora a vísperas de publicar su nuevo libro acerca de la congregación religiosa, la cual está investigada por haber cometido presuntos abusos.
En su momento, el periodista consideró que lo ocurrido era una forma de amedrentarlo luego que en el 2015 publicara el libro “Mitad monjes, mitad soldados” junto a Paola Ugaz, en el que se dan a conocer los testimonios de personas que habrían sufrido abusos físicos, psicológicos y sexuales de parte del Sodalicio.
La orden por la cual el fiscal dio inicio al registro fue en el marco de la investigación en contra de Salinas por la contratación de su consultora en el 2017 por parte de Pablo Sánchez, entonces fiscal de la Nación, con el objetivo de brindar una asesoría.