No es de muy ancha base ni traerá mucha reconciliación,Para haber tenido dos semanas para armar el “nuevo gabinete” que se anunció con bombos y platillos y como “un cambio de gobierno”, el que juró ayer parece, salvo algunas caras y por el hecho de que la ceremonia se realizó en un salón distinto al tradicional salón dorado, en general, más de lo mismo. “Me encuentro trabajando con la premier Mercedes Aráoz en nuestro nuevo gabinete de la reconciliación. Muy pronto novedades”, tuiteó el presidente Pedro Pablo Kuczynski el 27 de diciembre, poco después de salvarse de la vacancia gracias al indulto que otorgó a Alberto Fujimori. Y el presidente y portavoz del partido Peruanos Por el Kambio, Gilbert Violeta, anunció el domingo que “el cambio de gabinete debe sentirse como un cambio de gobierno”. Pero más allá de ocho nuevos ministros, el gabinete sigue teniendo el mismo perfil general. Para empezar, lo sigue presidiendo Aráoz, quien suma a su favor su gran entusiasmo por seguir en el cargo, lo cual es relevante para PPK en medio de la turbulencia por la vacancia, el indulto y las acusaciones de corrupción al presidente que, sin duda, recrudecerán en breve. Tiene, sin embargo, la desventaja de haber salido políticamente muy golpeada por el proceso de la vacancia, con la mella en credibilidad que comparte con el presidente PPK y que afectará al gobierno en su conjunto. Pero si la permanencia de Aráoz en la PCM no fue sorpresa, sí lo fue la designación de Cayetana Aljovín en Torre Tagle, debido a que lo venía haciendo bien en Energía y Minas y, en cambio, no se le conocen habilidades en el ámbito diplomático en donde sobran profesionales para dicha tarea. De “reconciliación”, como también anuncio la premier en un artículo el domingo, este gabinete no tiene mucho, pero eso sea acaso un objetivo imposible en el corto plazo para un gobierno cada vez más aislado. Meter a dos apristas –Javier Barreda y Abel Salinas– en vez de ampliar la base del gabinete, abre un frente con el Apra, el cual los expulsó ayer mismo con razón por romper un acuerdo partidario, mientras que Fuerza Popular ya deja sonar los tambores de guerra, aunque ahora lo hará con menos congresistas –entre diez y veintitrés–, algo positivo para la democracia y un mejor balance de poder. Lo que el gobierno debe mejorar es el desorden tan grave y la falta de prioridades lamentable que ha exhibido hasta el momento, para no hablar de su escaso compromiso con la lucha anticorrupción. Pero el escenario de guerra que enfrentará será peor que antes.