Ser líder no es, como creen muchos, mandar y gritar más.,Una expresión de la escasa capacidad de liderazgo de Keiko Fujimori es la evidencia creciente de que su mejor esfuerzo para mantener la cohesión de la bancada de Fuerza Popular (FP) es mediante la amenaza por las consecuencias de discrepar con ella, en vez de apelar al convencimiento, la persuasión y hasta la seducción para atraer al grupo. La sanción de 60 días aplicada anteayer a su hermano, el congresista Kenji Fujimori, constituye, en ese sentido, una expresión más de la vocación que prima en FP por imponer ideas antes que por exponerlas. La sanción a Kenji solo recorta su derecho a asistir a las reuniones de FP –a las que nunca asiste–, pero sí busca proyectar la idea de que Keiko es quien corta el jamón de un partido en el que su hermano y su padre están mellando –por su culpa– su jefatura. Prueba de ello es la carta enviada a Keiko por 23 congresistas de FP –uno de Lima y 22 de fuera de la capital– expresando su discrepancia por la sanción a Kenji, e instando a los hermanos a resolver sus problemas en el ámbito familiar. Es obvio para todos que, antes que un pleito entre Kenji y Keiko, el lío es entre ella y su padre. No hay duda de que todo partido político debe tener disciplina alrededor de decisiones fundamentales, pero una agrupación democrática debe defender en su interior el derecho a la discrepancia democrática. Aunque los congresistas del ‘mototaxi’ –el cogollo más cercano de Keiko Fujimori– insisten en hablar de la democracia que se viviría dentro de FP–, se sabe de la creciente incomodidad que hay en esa bancada porque, precisamente, carece de mecanismos de democracia interna. Keiko recurre a la ley antitránsfuga y a la sanción para que no se le vayan los congresistas, dentro del estilo equivocado de que líder es el que grita más, carajea más fuerte, y hasta cumple eso de que ‘autoridad que no abusa se desprestigia’. Keiko Fujimori no ejerce, en ese sentido, liderazgo, como tampoco lo hacen Alan García en el Apra u Ollanta Humala en el Partido Nacionalista. Liderazgo es otra cosa, y alude a la capacidad de influir en el grupo, dirigiéndolo, convenciéndolo, persuadiéndolo, seduciéndolo, para –gracias a la habilidad para construir confianza– ponerlo a trabajar al margen de las diferencias naturales de todo equipo, y movilizarlo hacia el logro de objetivos fundamentales para todos, apostando por la creencia de que sí es posible identificar esfuerzos por los que vale la pena luchar, por ser de conveniencia de todos, y no solo de la jefa y de su cogollo el ‘mototaxi’.