
Brasil confirmó que está vigilando la presencia de buques de guerra de Estados Unidos frente a las costas de Venezuela. Este despliegue incluye tres destructores con sistemas de misiles guiados Aegis y miles de soldados, lo cual se percibe como una provocación hacia el gobierno de Nicolás Maduro.
Aunque el gobierno brasileño descarta, por el momento, una intervención militar directa en Venezuela, estos movimientos tomados por el régimen de Lula da Silva genera inquietud e incrementan la tensión en la región y obligan a Brasil a fortalecer su vigilancia estratégica en las costas venezolanas.
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El gobierno de Lula da Silva considera que la operación forma parte de una escalada de presión por parte de Washington contra Nicolás Maduro. No obstante, fuentes diplomáticas consultadas por CNN indican que, hasta ahora, no hay señales de una acción bélica inminente que ponga en peligro la estabilidad de Sudamérica.
A pesar de ello, Brasil cree que cualquier operación militar de gran magnitud en la región caribeña representa un riesgo indirecto para la seguridad y la paz hemisférica. Por eso, el país mantiene comunicación con sus aliados regionales y sigue de cerca el avance de los destructores hacia aguas venezolanas.
El presidente Donald Trump justificó el envío de los buques —USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson— como parte de una estrategia para combatir el narcotráfico y el ingreso de drogas a Estados Unidos. La Casa Blanca aseguró que está dispuesta a usar todos sus recursos para alcanzar este objetivo.
Washington acusa a Maduro de liderar un "cártel narcoterrorista", mientras que Caracas rechaza estas acusaciones, considerándolas intentos de justificar una ofensiva política y militar. Este despliegue también forma parte de la política de Trump de clasificar a los cárteles latinoamericanos como organizaciones terroristas para aumentar la presión en la región.