En Svalbard, un remoto archipiélago del Ártico, la vida se rige por normas únicas en el mundo: sus habitantes tienen prohibido morir y nacer en el lugar. Este territorio noruego, cuyo clima extremo alcanza temperaturas de hasta -46 °C, alberga a la comunidad de Longyearbyen, el asentamiento permanente más septentrional, con alrededor de 3,000 residentes.
Esta política, establecida en 1950, exige que los enfermos graves o las mujeres embarazadas se trasladen a Noruega continental para evitar complicaciones. Longyearbyen, más que un simple poblado, es un símbolo de resiliencia en el Ártico. Este lugar se enfrenta a desafíos únicos y alberga la famosa "bóveda del fin del mundo", donde millones de semillas se resguardan como un seguro para la humanidad ante posibles crisis alimentarias.
La normativa que impide los entierros en Svalbard obedece a motivos sanitarios y científicos. Las bajas temperaturas en el archipiélago, especialmente en Longyearbyen, generan condiciones que no permiten la descomposición de los cuerpos debido al permafrost. En 1920, cuando los habitantes de Svalbard exhumaron antiguos cadáveres, descubrieron que virus y bacterias responsables de epidemias pasadas se encontraban intactos, preservados en los cuerpos congelados. Estos hallazgos alertaron sobre el riesgo sanitario que representaba el entierro local y propiciaron la prohibición formal de morir en el archipiélago, como medida de prevención.
En Longyearbyen no están prohibido los cementerios debido al permafrost que evita la descomposición de cuerpo. Foto: Visit Norway
A quienes enfrentan una condición de salud grave se les traslada a territorio continental noruego, donde pueden recibir atención médica adecuada. Además, la prohibición de partos en Svalbard responde a la falta de infraestructura hospitalaria. Por ello, las mujeres embarazadas deben dejar Longyearbyen antes del último trimestre de gestación.
Pese a sus particularidades, Svalbard es un atractivo turístico para los aventureros. En el archipiélago, los visitantes pueden presenciar auroras boreales, explorar sus paisajes en trineo tirado por perros o en kayak, y observar la rica fauna ártica, entre la que destacan los famosos osos polares. Para mayor seguridad, los turistas deben contar con guías armados, dado que el archipiélago alberga una población de unos 3,000 osos polares, casi la misma cantidad que de personas.
La Bóveda Global de Semillas de Svalbard es su función como un respaldo de seguridad para la biodiversidad agrícola mundial. Foto: Intriper
Svalbard se posiciona como un destino de turismo sustentable en el Ártico. Su administración fomenta actividades de bajo impacto ambiental y la exploración responsable de su entorno. Este modelo de turismo permite que los visitantes disfruten de la belleza ártica mientras contribuyen a la preservación de su frágil ecosistema.
Inaugurada en 2008, la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, conocida como el "Arca de Noé vegetal", guarda más de un millón de muestras de semillas de todo el mundo. Financiada por Noruega, esta instalación está diseñada para resistir desastres naturales y preservar la biodiversidad agrícola del planeta. Su ubicación en Svalbard, donde el clima congelado ayuda a mantener las semillas en condiciones óptimas, la convierte en un símbolo de esperanza para las futuras generaciones.
Este "banco de semillas", construido en una cueva a 130 metros de profundidad, ofrece almacenamiento gratuito a más de 100 países que buscan proteger sus cultivos ante eventualidades climáticas, guerras o crisis globales. La bóveda, que también se conoce como el "Banco Internacional de Semillas de Svalbard", resalta la importancia del archipiélago no solo como destino turístico, sino también como un guardián del futuro alimentario mundial.