Una orgía de colores y estilos propuso este miércoles el director artístico de las colecciones femeninas de Louis Vuitton, Nicolas Ghesquière, en un espectacular desfile en el patio del museo de Louvre que cerró la Semana de la Moda femenina.
El escenario que se elevó al inicio del espectáculo fue toda una señal de la propuesta abigarrada de Ghesquière: una larga pasarela que simulaba decenas de maletas y baúles de la marca de lujo de todas las dimensiones y colores.
Pocos elementos unificadores: el pantalón de tres cuartos, estilo pirata o ajustado al cuerpo, como mallas deportivas.
Zuecos con talón, y tiras de cuero de colores tierra y rojizos, que se combinan y rozan el suelo.
Sandalias planas y también zapatos emplumados que recordaban pequeñas nubes negras o grises, ocultando totalmente el pie.
Todos esos elementos se combinan de manera libre, sin un patrón.
Para la temporada primavera y verano la mujer tiene a su disposición abrigos cortos, con grandes hombreras y brazos abombachados, recogidos a la altura de la cintura.
Esos abrigos se sobreponen encima de blusas amplias, camisas de colores. Hay franjas de colores acidulados, vestidos de rayas negras sobre beige. Largas capas negras, blancas, estampadas con ramas, o rombos.
Louis Vuitton también toma prestado el tweed grueso, los motivos geométricos.
En la mano, las modelos llevan un bolso en forma de abanico, o lo cuelgan como si fuera una riñonera, de forma vertical, a la altura del pecho.
Hay pantalones rojos con una sola pernera, la otra es corta, a la altura del muslo. Encima, un abrigo de piel negro.
Para cerrar el desfile, grandes blusas de seda estampada, de inspiración asiática, encima de faldas en forma de largas tiras doradas.
Entre las estrellas asistentes, las actrices Zendaya, Cate Blanchett o Noémie Merlant, y cantantes como Lisa del grupo coreano Black Pink.