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"Ecuador está justificando su accionar y no es correcto", advierte Oscar Vidarte sobre quiebre de lazos con México

Las consecuencias más notables incluyen la evacuación del personal diplomático y el cierre de las embajadas. El especialista explicó esos puntos y la situación actual entre Perú y México.

El conflicto entre las naciones latinoamericanas culminó con la ruptura de las relaciones diplomáticas entre los 2 países. Foto: composición de Jazmin Ceras/LR/AFP

Después de que la Policía de Ecuador entrara en la Embajada de México en Quito, el Gobierno mexicano declaró la culminación de las relaciones diplomáticas con la nación ecuatoriana. Esto implica la suspensión de toda forma de cooperación y comunicación entre ambos países en los ámbitos políticos, científicos, deportivos, tecnológicos, económicos y sociales.

A lo largo de los años, México ha cesado sus relaciones diplomáticas con distintos países en varias ocasiones. El precedente más reciente fue en 1979, cuando el presidente José López Portillo quebró lazos con el régimen de Anastasio Somoza en Nicaragua. Ahora, 45 años después, la historia se repite, pero esta vez la nación involucrada es otra de Latinoamérica: Ecuador.

El magíster en Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Javeriana y candidato a doctor en Ciencia Política y Gobierno por la PUCP, Oscar Vidarte Arévalo, explicó más a fondo este panorama político en una entrevista para La República.

—¿Una irrupción policial en una embajada es argumento suficiente para romper lazos con un país? ¿Por qué?

—Sí, es un argumento suficiente para romper lazos con un país, no solamente porque se trata de una evidente violación al derecho internacional, sino porque la inviolabilidad del resguardo de tus seres diplomáticos son aspectos muy importantes para los Estados y para garantizar su interés nacional en otros países. Esto es algo que se ha trabajado mucho en los en las últimas décadas, ya que conlleva toda una serie de derechos que se han conseguido en el último siglo, que obviamente no pueden ser pisoteados.

Ecuador está justificando su accionar, no es que ha señalado: 'Disculpe no lo vamos a volver a hacer', sino que están justificando su accionar como algo correcto y eso es mucho peor. Esto también explica en parte el apoyo internacional que ha recibido México producto de esta acción.

—¿Cuáles serían las consecuencias del quiebre de las relaciones entre México y Ecuador?

—El hecho que las relaciones se rompan no significa que no haya vínculos, sino que hay una serie de canales que se mantienen entre empresarios, una serie de dinámicas formales que existen entre dos países. Esto obviamente debilita cualquier cosa que dos países puedan hacer o querer trabajar conjuntamente. Recordemos que los países tienen intereses, entre ellos de diferente tipo, desde económicos hasta político-militares.

México y Ecuador, en estas circunstancias, mantienen un acuerdo comercial y ahora es indispensable para ser parte de la herencia del Pacífico, pues difícilmente se va a poder avanzar algo; no lo que una ruptura puede causar, sino que esta rompe una serie de canales de diferente tipo en todos los países y eso tiene afectación en los intereses de la nación, de la gente y también en otros países. Considero que México es una potencia regional y no un país importante en América.

Sin romper relaciones con México hemos visto debilitado nuestro vínculo debido a que hemos llegado a un punto que llevó a la obligatoriedad de visas por parte de México a los peruanos, entonces creo que eso es demostración de una mala relación que no necesariamente se ha visto rotas. Si la relación se rompe, creo que son mucho más grave las consecuencias y, posteriormente, el recomponer y reconstruir la unión se hará más difícil.

—No es la primera vez que México rompe lazos con un país de la región (está Nicaragua), ¿por qué considera que toma esa decisión o no existe otra solución?

—No, pero en el caso muy puntual de lo que es el respeto a la delegación diplomática de otro país, se trata de temas muy sensibles para los Estados, no solamente porque existe un marco legal, sino porque hay tratados internacionales. Es un aspecto muy sensible porque una de sus delegaciones tiene información reservada y una serie de derechos que se han visto violentados.

Las relaciones lo vimos desde el caso de Irán en la Embajada de Estados Unidos, cuando los iraníes la toman y se rompen las relaciones, la cual dura hasta hoy. Me parece que, en otros casos también latinoamericanos, la respuesta suele ser muy dura y la ruptura de relaciones son muy graves a lo largo del tiempo.

—AMLO y Dina Boluarte no se llevan bien y eso todo Latinoamérica lo sabe, ¿cree que Perú podría tener un resultado similar a Ecuador pronto? ¿El reciente pedido de visa a los mexicanos para ingresar a suelo peruano confirma la mala relación entre ambas naciones?

—Lo veo difícil, tendría que suceder algo muy importante, digamos, muy llamativo. Esto que ha sucedido, por parte de Ecuador violentando la negación diplomática de otro país, es algo que realmente pasa cualquier límite. México se encuentra en muy mal momento, hasta el punto de que no solamente se han roto las comunicaciones al más alto nivel, sino que, con este impacto de muchos ámbitos, terminan escalando. Estamos a un nivel de encargo de negocio, que es un segundo nivel, y nuestra relación está bastante debilitada.

El tema de la visa es una reconfirmación de la mala relación y es que, aunque México brindó algún tipo de razón técnica, ha señalado que peruanos están yendo para hacer otra actividad, por no decir que están usando México para pasarse a Estados Unidos. Probablemente, es cierto que también hay una consideración política. Yo estoy convencido de que, si la relación políticamente fuera sólida, México no aplicaría ese tipo de mecanismos sobre las visas y se buscaría una estrategia bilateral para ver cómo hacer para que menos peruanos vayan. Por tal motivo, considero que México estaría buscando algún otro camino para solucionarlo y no este precipitado de volver a imponer visas a los peruanos después de más de una década.

En conclusión, creo que las razones son principalmente políticas, no veo ninguna diferencia entre Perú y Colombia, pero a Colombia no se les ha impuesto visas y a nosotros sí. Entonces, hay un trasfondo político, así que lo de las visas es parte de un proceso débil y también de la relación bilateral.

—¿Encuentra similitud entre este hecho con el caso de Julian Assange? ¿Por qué?

—El caso Julian Assange sí tiene una relación porque ingresa a la Embajada de Ecuador en Londres pidiendo asilo. Alguna autoridad británica señaló que iban a entrar a la Embajada para detener a alguien que estaba siendo procesada por la justicia y esto genera una reacción en todo el mundo. Ecuador lo utilizó muy bien, cuestionó las palabras de la autoridad británica, hasta el punto de que incluso el Gobierno británico tuvo que señalar que no lo iba a hacer y que eso va en contra la normativa internacional.

Es evidente que más allá de las diferencias que uno puede tener con Assange, el tema del asilo y lo que significa la preservación de las alegaciones diplomáticas estaban por encima, que es como un derecho muy importante para los Estados. Ahora el tema Assange se resolvió de otra manera, lo que recordamos es que el Gobierno de Lenin Moreno le quita el asilo, con lo cual autoriza que las fuerzas del orden británicas ingresen a la Embajada. Finalmente, ingresó la fuerza del orden, pero ya no de manera ilegal, sino básicamente permitida por el Gobierno ecuatoriano, lo cual recién allí se permite la detención de Assange.