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Chile: triunfo del Partido Republicano abrió herida en la derecha tradicional

El triunfo del ultraderechista Partido Republicano no solo significó un duro golpe para la izquierda chilena (extremista y moderada), sino que también lo es para los partidos de centro y derecha tradicional, que tendrán que cambiar su discurso.

Reconocimiento. Esta vez le tocó ganar al líder del Partido Republicano, José Antonio Kast, rival de Gabriel Boric en las últimas elecciones presidenciales. Foto y video: EFE

Chile digiere los inesperados resultados de unas elecciones constituyentes, que imprimieron un giro de 180 grados al tablero político y consagraron al ultraderechista Partido Republicano como la fuerza más importante del órgano que redactará la segunda propuesta de Constitución.

El presidente chileno, Gabriel Boric, reunió a primera hora de la mañana a su núcleo duro para analizar los escenarios que se abren luego de que su lista quedara en segundo lugar, pero lejos de los 20 escaños necesarios para tener poder de veto y peso para presionar por la búsqueda de consensos en este segundo intento de redactar una nueva constituyente.

Estas elecciones son una derrota para el presidente Gabriel Boric. Foto: AFP

Lo más necesario en estos momentos es que (los consejeros) logren los acuerdos que el país requiere, que logren establecer las normas constitucionales que más representan a las diversidades democráticas y dibujar los caminos que nos permitan ir hacia un mejor futuro”, dijo la vocera de la casa de la Moneda, Camila Vallejo, tras la reunión.

“Es importante no caer en atrincheramientos”, agregó.

¿Y las presidenciales?

El Partido Republicano, partidario de mantener la carta magna actual y el modelo neoliberal instaurado en la dictadura (1973-1990), logró 23 de los 51 escaños y ganó en 12 de las 16 regiones del país, incluidos feudos progresistas como Valparaíso.

Tras un reajuste del conteo, la lista oficialista, integrada por el Frente Amplio, de Gabriel Boric, el Partido Comunista y el Partido Socialista, perdió este lunes un escaño en favor de la extrema derecha, quedándose así con 16.

La derecha tradicional de Chile Vamos (bloque compuesto por Renovación Nacional, UDI y Evópoli) logró 11 consejeros, mientras que el mapuche Alihuen Antileo consiguió un escaño en el cupo reservado a los pueblos indígenas y tanto la centro-izquierda como el populista Partido de la Gente se quedaron fuera.

Perdedores. Los mapuches solo lograron un cupo. Foto: EFE

“Nosotros nunca vamos a actuar de manera sectaria”, aseguró José Antonio Kast, líder republicano y quien perdió contra Boric en el balotaje del 2021.

“Uno de nuestros objetivos es evitar que la izquierda radical siga avanzando en instalar ideologías que hacen daño al país”, agregó su secretaria general, Ruth Hurtado.

Rossana Castiglioni, de la Universidad de Notre Dame (Francia), explicó a EFE que los republicanos “están pensando a largo plazo” y que tratarán de aumentar su base electoral mostrándose más “moderados” de lo que son. “Si Republicanos quiere llegar a la Presidencia en 2025, que es su objetivo, seguramente deberá moderar en algo su propuesta de nueva Constitución”, agregó a EFE Claudio Fuentes, de la Universidad Diego Portales.

Voto nulo histórico

El contundente triunfo de Republicanos ha abierto una herida en la derecha tradicional, que vivió su primer sorpasso en las pasadas presidenciales y que hoy está sumida en un dilema: moderarse o escorarse.

Si ambas fuerzas establecen una alianza, podrán redactar sin contrapesos el nuevo texto, que se plebiscitará el 17 de diciembre y que tiene que cumplir con 12 principios básicos acordados previamente por la mayoría de los partidos —a excepción de Republicanos— para evitar una propuesta extrema.

“Los malos resultados tienen que ver con haber asumido un liderazgo incomprendido y con llegar a acuerdos en un momento de polarización”, reconoció Diego Schalper, secretario general de RN, que anunció el adelanto de sus elecciones internas para agosto.

Rodrigo Espinoza, también de la Diego Portales, apuntó que la presión se va a instalar ahora en el Comité Técnico de Admisibilidad, los 14 árbitros designados por el Parlamento para vigilar que se cumplan los principios básicos y que se van a convertir en los “últimos guardianes” para evitar otra propuesta constitucional partisana.

A diferencia de las primeras constituyentes del 2021, estos comicios estuvieron marcados por la falta de interés ciudadano, aunque tuvieron cifras muy altas de participación porque el voto volvió a ser obligatorio. “Con la introducción del voto obligatorio, entró a participar un segmento menos ideologizado, que es oscilante”, subrayó Fuentes.

Los analistas señalan que el voto nulo, que fue histórico y rozó el 17 %, es otro elemento importante de análisis, pues revela “frustración” de un porcentaje no menor de la población. El mismo sentimiento que, según Estefanía Andahur, de la Red de Politólogas, es el péndulo que mueve a Chile desde el estallido del 2019, que se trató de canalizar con el cambio constitucional.

“Es una victoria del instinto democrático del pueblo de Chile”

Enfoque. José Rodríguez Elizondo. Internacionalista

Es una derrota de las izquierdas radicales o antisistémicas -así, en plural-, más preocupadas de representar ideologías totales que de representar proyectos-país en sociedades complejas. De arrastre, es una derrota de las izquierdas democráticas o sistémicas (socialdemócrata y socialcristiano) que, en vez de defender sus trayectorias históricas, se plegaron a los radicales con la ilusión de moderarlos.

En lo teórico-coyuntural, es una nueva derrota del “socialismo del siglo 21”, en sus variables venezolana y boliviana, donde el primer deber de un revolucionario es fabricarse constituciones no consensuadas que impidan la alternancia democrática.

Como contrapartida, lo sucedido es una victoria del instinto democrático del pueblo de Chile. Antes se expresó rechazando una propuesta constitucional que refundaba el país con base en el modelo plurinacional de Bolivia.

Por añadidura, es una victoria nítida de José Antonio Kast, que induce a reconsiderar su encasillamiento como ultraderechista. En esta coyuntura, él representa una votación popular masiva, en función de sectores vulnerables y sectores medios bajos, en localidades donde la migración ilegal ha hecho estragos y en regiones con la mayor presencia de pueblos originarios. Es posible -y deseable- que esta realidad le permita desplegar talento político y alto nivel de pragmatismo para consensuar una Constitución que sea una verdadera “casa” para los chilenos. Para esto deberá imponer su liderazgo a los radicales extremistas de su Partido Republicano… que los hay y muy duros.

Como veterano de los 70, para mí lo primero es sostener la continuidad institucional. No hay otra alternativa.

Por eso, valoro que el presidente Boric haya reconocido, sin eufemismos, no solo la victoria de Kast, sino que el rechazo del 4 de setiembre a la propuesta refundacional fue un fracaso de su Gobierno. Esto equivale a decir a los ultrarradicales irreductibles que no es posible gobernar un país sobre la base de emociones épicas y silogismos doctrinarios. A sabiendas o no, Boric reprodujo una vieja frase realista de Lenin: “A la derrota hay que mirarla cara a cara”.

Infografía - La República

El delicado arte de gobernar, el gobierno post elección

Opinión. Lucía Dammert. Analista (*)

La necesidad de diálogo para avanzar en lo Constitucional y la unidad para la gestión de gobierno fueron los dos elementos clave del discurso del presidente Boric después de una elección marcada por un resultado adverso las dos coaliciones que conforman su gobierno.

Gobernar en coalición es una tarea compleja. Todo por Chile tuvo un resultado estrepitoso, ningún representante en el Consejo Constitucional, y una votación que suma menos de la mitad de los votos nulos. Unidad para Chile, por otro lado, no tuvo un mal resultado, es la coalición con más votación, con 2.8 millones de votos, pero los partidos que la constituyen quedan con una limitada representación. El Partido Socialista logra mayor número de consejeros electos dentro de la coalición, triplicando al Partido Comunista; aunque éste lo supera en votos. El FA, en cambio, lograr un equilibrio entre votos y electos.

E l impacto de los resultados en el gobierno son aún inciertos pero esperables. ¿Cómo se establecerá la capacidad de diálogo y conversación con la oposición en el Congreso para sacar adelante las reformas tributaria y de pensiones? ¿Quién liderará este proceso? Resulta obvio que los perdedores verán impactos en su peso político real, tanto en el liderazgo intra-coalición como intra-gobierno. Es de esperar que las palabras del presidente consoliden una clara ruta por la gestión, por los resultados, por la evidencia que los avances son sustantivos en las áreas que más preocupan a los chilenos y chilenas.

Pero en menos de 18 meses tendremos dos nuevas elecciones y los partidos buscarán mecanismos para fortalecer sus liderazgos, diferenciarse en aquellas áreas que sean necesarias y evidenciar sus objetivos de futuro. Todo esto puede traer tensiones y redefiniciones en los equipos de gobierno. Si bien no hay tiempo para los ajustes de cuentas, ignorarlos puede hacerlos realidad.

En Apruebo Dignidad, el Frente Amplio que llegó con una capacidad casi mágica de avanzar electoralmente, tendrá que revisar la ansiedad sobre cambios que posiblemente tomarán más tiempo de lo esperado. También mirar con autocrítica decisiones de estos últimos meses que pueden estar en la base de la derrota electoral. El Partido Comunista deberá avanzar con pragmatismo asegurando capacidad de gobierno, pero sin enajenar su base social. Aún no es claro como podrá tener un pie en la calle y otro en la moneda.

El Socialismo Democrático llega con un partido fortalecido: el Socialista. El resto ha sufrido el abandono del apoyo popular. Si bien es una foto de un momento puntual, la debilidad que hoy enfrentan esos partidos será evidente a la hora de evaluar su rol en el gobierno. Pero no hay que confundirse, los partidos de la ex Concertación tienen experiencia suficiente para reconstituirse y volver a jugar un rol político relevante en el país.

El principal desafío para la izquierda chilena será mostrar que puede conquistar el delicado arte de gobernar que involucra obras y resultados en medio de procesos políticos no siempre felices. El ajuste político es inevitable, pero requiere mucho menos centralidad en el debate comunicacional y más fortaleza en la construcción de raíces sociales profundas. El profesionalismo en la comunicación y estrategia gubernamental, así como la destreza en el logro de los compromisos de gobierno deberán ser los ejes principales para los cambios que vienen.

(*) Exjefa de asesores del presidente Boric. Publicado en www.latercera.cl