La historia de Juan Jonsson y Ana Jiménez dio la vuelta al mundo y conmovió a millones de usuarios de las redes sociales, plataformas en las que ambos compartieron su reencuentro luego de casi medio siglo. El misionero sueco de 52 años llegó hasta Yacuíba, un pequeño pueblo de Bolivia, donde reside la mujer que le brindó cuidados y amor cuando él solo tenía 6 meses de nacido.
Juan Jonsson llegó desde su natal Suecia hasta el país sudamericano al lado de sus padres misioneros y sus hermanos mayores cuando solo era un bebé. Todos los días, el menor de los niños se quedaba con Ana, una mujer de 31 años que había dado en adopción a sus hijas debido a una enfermedad, además de haber perdido a su esposo en un accidente.
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“Yo estaba triste, porque mi hijo estaba enfermo, desahuciado del corazón. Mi marido había muerto en Alto Beni trabajando, cuando se lo tragó una perforadora. Él (por Juan) llegó como un regalo de Dios”, contó Ana para el programa “Aquí en vivo”, de la cadena Bolivisión.
Seis años después, la familia tuvo que retornar a Europa y Ana tuvo que quedarse en Bolivia. Juan nunca olvidó el amor y cariño que le brindó aquella nana, como le decía en su infancia. En 2022, tuvo la idea de abrir una página titulada “Una ayuda para Ana”, con el fin de recaudar fondos para apoyarla y, como no, llegar hasta donde ella vive actualmente para verla otra vez luego de 45 años.
De esta manera, Juan partió desde Fuengirola, España, hasta Yacuíba. Él se comunicó vía redes sociales con el hijo de Ana y ambos hicieron coordinaciones para darle la sorpresa a la mujer de 78 años.
Juan Jonsson junto a su familia. Foto: Juan Jonsson
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"Ella sabía que alguien iba a ir a visitarla, pero no sabía quién”, contó el pastor en una entrevista. En las imágenes publicadas en la red TikTok, se puede observar el momento en que Juan aparece en la puerta de la casa de Ana, se agacha para abrazarla y ella le corresponde.
“Cuando lo volví a ver, no lo reconocí, pero en mi corazón lo tenía a él. Yo me quedaba con Juanito, él tenía seis meses, era cariñoso. Después, cuando creció, corría para todos lados donde estaba yo. Le decía ‘mi cholo sueco’ y él me decía ‘mi nana”, recordó Ana.
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Juan y Ana se dieron tiernos y emocionados abrazos, disfrutaron de almuerzos juntos, se contaron qué había sido de sus vidas y fueron de la mano hasta el aeropuerto cuando el pastor tuvo que retornar a España con sus hijos y esposa.