El aumento de los precios en dólares e ingresos extremadamente precarios para la mayoría de la población: así se resume la situación económica en Venezuela, donde la mayoría de los trabajadores deben sobrevivir con sueldos que no son capaces de mitigar las necesidades básicas de gran parte de la ciudadanía.
Si bien Venezuela vivió una relativa estabilidad durante unos meses luego de salir de la hiperinflación en diciembre del 2021, la moneda venezolana registró una abrupta devaluación de casi 25% en agosto del año pasado, cuando la cotización oficial pasó de 6,28 bolívares por dólar a 7,83 bolívares en apenas dos días.
En un país donde los desembolsos se hacen en dólares o en bolívares, pero siempre con la moneda norteamericana como referencia, el aumento de los precios en esta última está erosionando el poder adquisitivo de los pocos salarios que son pagados con la divisa estadounidense.
“(La dolarización) es un problema para las personas. Cuando vas a pagar algo te preguntan si vas a pagar en dólares o bolívares, pero si tienes 20 bolívares y lo que vas a comprar cuesta 7, ellos aceptan los dólares, pero a veces lo demás te lo dan en bolívares y te ves obligado a gastar más de lo debido. Se forma un drama. A veces hay que ir a más de cuatro o cinco negocios para poder cambiar los dólares”, comentó a esta redacción Yajaira Robles, ciudadana venezolana radicada en Valencia.
Un paquete de filete de corvina de 500 g puede valer unos US$8,94 en un supermercado, cuando el sueldo mínimo en el sector público de Venezuela, el mayor empleador de la nación, no supera los US$10.
Desde marzo del 2022, el salario mínimo está fijado en 130 bolívares mensuales, unos 8,34 dólares aproximadamente.
En el caso del pollo, comprar un kilo en la capital del país, Caracas, puede costar unos US$4,5, lo que representa el 75% del salario mínimo mensual en un contexto de dolarización de facto de la economía.
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Este sueldo mínimo en Venezuela alcanza, según la plataforma Bloomberg Línea en Caracas, para comprar al menos una sola proteína y otros escasos dos alimentos más, que no necesariamente complementan o sirven para la preparación de una de las tres comidas diarias básicas.
Miles de trabajadores a lo largo de la nación, sobre todo, vinculados a la administración pública —muchos de ellos retirados—, se manifiestan desde hace varias semanas con pancartas en las que se lee "No más salarios de hambre" y "No a pensiones de muerte".
"Estamos en la calle reclamándole al Gobierno que restablezca las convenciones colectivas, no solamente del salario digno y suficiente que eleve la calidad de vida del maestro, sino también que se restituya el seguro HCM, el seguro funerario, que está en nuestro contrato colectivo y sencillamente no existe", declaró a este diario Mayra Marín, presidenta del Sindicato Venezolano de Maestros.
"Que se restablezcan las reparaciones de nuestras escuelas. De los 1.374 planteles que tenemos en el Estado, el 96% se cae a pedazos; menos del 10% se está reparando y los niños no tienen clase. (...) ¿Qué le pedimos al Gobierno? Que el derecho de los niños, en su artículo 8, artículo 22, 19, pasa por garantizar una educación de calidad y es de todos los niños", agregó.
El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) registró más de 400 protestas en los primeros 17 días de 2023, en varios estados del país.
"Estamos apoyando a los maestros, jubilados, pensionados a que les den un sueldo justo, digno para poder mantener a su familia. El sueldo que tienen no les da ni para el pasaje, por eso estamos protestando en la calle, porque ellos son símbolos de la educación, de la enseñanza y, si ellos no tienen cómo mantenerse o mantener a su familia, los niños no vana a tener una educación de calidad. Por eso, nosotros, los ciudadanos de a pie, tenemos que apoyar", expresó durante las protestas a este diario Freddy Requena, parte de la sociedad civil de Barcelona en Anzoátegui.
El politólogo venezolano Ricardo Sucre, profesor de la Universidad Central de Venezuela, se refiere a las manifestaciones actuales como "luchas redistributivas": "Hay sectores de Venezuela, como el personal docente y del sector público, que han sido los perdedores del llamado ajuste económico", dijo en entrevista con BBC Mundo.
"Son sectores que no se han dolarizado, a diferencia de gran parte del resto de la economía, y son sectores que no se pueden dolarizar completamente y que sienten que no pueden llevar una vida digna", dijo y afirmó que muchos de los manifestantes exigían la dolarización de sus ingresos.
El politólogo afirma en que las protestas se evidencia la frustración que sienten los venezolanos que "se mueven en bolívares" en una economía parcialmente dolarizada.