Rusia y Ucrania mantienen hoy el pulso en torno a la central nuclear ucraniana de Zaporiyia ante las exigencias internacionales de una retirada del Ejército ruso de la instalación y la negativa rusa de abandonarla, mientras ambas partes se acusan de planear atentados terroristas contra la planta.
“Hemos recibido una confirmación adicional de (los servicios de información) sobre la preparación por parte de los ocupantes de una provocación en la central nuclear de Zaporiyia el 19 de agosto”, señaló la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania en un comunicado citado por la agencia UNIAN.
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“Teniendo en cuenta la cantidad de armas que se encuentran ahora en el territorio de la central nuclear, así como los repetidos bombardeos a modo de provocación, existe una alta probabilidad de que se produzca un ataque terrorista a gran escala en la instalación nuclear”, advirtió la entidad.
Estas advertencias son prácticamente idénticas, pero de signo contrario, a las denuncias de la víspera del Ministerio de Defensa ruso, que acusó a Kiev de preparar una “provocación sonada” en la central nuclear de Zaporiyia durante la visita a Ucrania del secretario general de la ONU, António Guterres.
Antonio Guterres Foto: EFE
“El 19 de agosto, el régimen de Kiev planea una provocación sonada en la central nuclear de Zaporiyia durante la visita Ucrania del secretario general de la ONU, António Guterres”, declaró el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, el general Ígor Konashénkov.
Esta acción, según Defensa ruso, buscaría “acusar a Rusia de causar una catástrofe en esa central eléctrica”, la mayor planta nuclear de Europa, situada en el sur de Ucrania.
En tanto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que cualquier daño infligido a la central de Zaporiyia sería “un suicidio”.
Según el estadounidense Instituto de Estudios de la Guerra (ISW), este anuncio podría ser una táctica rusa para establecer “condiciones mediáticas para culpar a las fuerzas ucranianas en futuras operaciones de bandera falsa contra la planta”.
Mientras, en las redes sociales comenzó a circular un vídeo que muestra a varios vehículos militares rusos dentro de una sala de turbinas conectada a un reactor en la planta atómica ucraniana.
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Los vehículos, que parecen ser camiones militares rusos estándar, se encuentran en el extremo occidental del edificio, en la planta baja, a poco más de 130 metros del reactor, cita la cadena estadounidense.
En el vídeo se ven al menos cinco vehículos, con uno claramente marcado con la letra “Z”, usada como distintivo por las fuerzas rusas, y al menos dos estructuras cerca que parecen tiendas de campaña.
Moscú, por su parte, señaló que se trataba de camiones de la Guardia Nacional rusa (Rosgvardia), que protege la instalación e insistió en que la retirada de las fuerzas rusas significaría un grave riesgo para la planta.
“Una zona desmilitarizada aumenta los riesgos”, apuntó el viceministro ruso de Exteriores, Serguéi Riabkov, al comentar la exigencia de Kiev de que el Ejército ruso abandone la central.
“La irresponsabilidad con la que nuestros adversarios juegan con la seguridad nuclear y generan amenazas contra la mayor instalación nuclear de Europa con riesgos potenciales para un territorio inmenso (...) es un testimonio de que esa gente perdió el sentido de la realidad”, añadió el diplomático en la televisión rusa.
Según Riabkov, Kiev estaría dispuesto a provocar, con sus ataques contra la planta, “un segundo Chernóbil”.
“La presencia de nuestros militares en la estación, en la que no hay armas pesadas, es una garantía de que esto no sucederá”, añadió.
En tanto, la Inspección Estatal de Regulación Nuclear de Ucrania alertó en un comunicado que un fallo del sistema eléctrico de la planta podría tener consecuencias comparables con las del accidente en la central japonesa de Fukushima-1 de 2011.
“La central nuclear debe tener alimentación eléctrica constante para garantizar de modo ininterrumpido sus propias necesidades: el enfriamiento del combustible nuclear en las zonas activas de los reactores y de las piscinas de combustible usado”, indicó la entidad.
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En caso de un fallo eléctrico “comenzará el proceso de fusión del combustible nuclear, podría producirse un escape de sustancias radiactivas al medio ambiente”, concluye el comunicado.
Esto podría generar una nube radiactiva que podría llegar, en dependencia del rumbo del viento, no solo a Rusia o Bielorrusia, sino a Europa, y contaminar de la presa Kajovskoe, cuyas aguas bajan por el Dniéper hasta el mar Negro.