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El extraño y perturbador arte de fotografiar a los muertos

Era común que las familias tuvieran muchos hijos y que algunos fallecieran antes de cumplir los 5 años.

larepublica.pe
Los muertos, por su falta de movimiento, aparecían de forma más nítida que los vivos. Foto: Biblioteca estatal de Australia del Sur

Tomar fotos a los seres queridos después de que han muerto es algo que hoy en día puede verse morboso o hasta desagradable. Sin embargo, en la era victoriana en Inglaterra, fotografiar era una manera de honrar a los difuntos y disminuir la pena causada por el duelo.

En las imágenes, las familias posan con sus muertos, los niños parecen dormidos y a las jóvenes damas fallecidas a causa de tuberculosis se las viste elegantemente.

En la Inglaterra victoriana hubo epidemias de difteria, tifus y cólera, lo que marcó al país y, a partir de 1861, la enlutada reina Victoria puso el duelo ‘de moda’.

En ocasiones, los ojos eran retocados en la fotografía luego de tomada para dar la impresión de vida en el muerto. Otra veces, su estado era más evidente.

La bisutería, objetos para adornar al difunto, de ‘memento mori’ (frase latina que literalmente significa ‘recuerda que debes morir’) se usó bastante en aquella época, aunque ya existía antes de los tiempos victorianos.

Pequeños mechones de cabello de los muertos se usaban en anillos y en medallones. Así, se hacían máscaras mortuorias de cera y las imágenes y símbolos de los fallecidos eran incluidos en cuadros y esculturas.

Era común que las familias tuvieran muchos hijos y que algunos murieran antes de cumplir cinco años. En esta imagen, la niña más pequeña había muerto.

Por otro lado, era común que las familias tuvieran muchos hijos y que algunos murieran antes de cumplir 5 años.

A mediados del siglo XIX, la fotografía empezó a hacerse cada vez más accesible y popular, lo que derivó en la realización de retratos fotográficos a modo de ’memento mori’.

La primera forma exitosa de fotografía, el daguerrotipo, era una pequeña y detallada imagen sobre plata pulida. Era un lujo realizarlo, pero nada comparado a lo que resultaba contratar a un pintor para hacer un retrato que era, hasta ese momento, la única forma de preservar la imagen de alguien de forma permanente.

Los estudios fotográficos imprimían las imágenes en tarjetas que le entregaban a los deudos para sus amigos y familiares. Foto:

En la medida en que fue aumentando el número de fotógrafos, el costo de los daguerrotipos bajó. En la década de 1850 se introdujeron métodos menos costosos, que incluían el uso de metal delgado, vidrio o papel, en lugar de plata. Así, retratar a los muertos se volvió cada vez más popular.

Así, este era con frecuencia el momento en el que las familias pensaban por primera vez hacerse una fotografía con todos los miembros juntos, la última oportunidad de tener un retrato permanente de un hijo querido, pues en ese entonces, las guarderías victorianas estaban plagadas de sarampión, difteria, fiebre escarlata, rubeola, enfermedades que llevaban a muchos a la muerte.