El exitoso negocio de Marcelo Dell’Isola, de 53 años, y Paula García, de 50 años, empezó como un hobby, en el que pedían a sus hijos que los ayudaran a colocar etiquetas en botellas de aceite de oliva. La pareja argentina creó el producto, hizo de este una marca y de ella un emprendimiento rentable para cuando el negocio se haga pesado, según Infobae.
Ambos periodistas se conocieron en la calle, mientras cubrían la misma noticia. Él trabaja en el noticiero Telefé desde 1986 y ella sale al aire por TN desde 2009. Inspirados por un grupo de amigos que vendían aceites, la pareja decidió incursionar en un mercado que desconocían, pero que vieron como algo prometedor.
“Siempre hablamos de hacer algo distinto y hace siete años dijimos ‘¿por qué no nos ponemos a hacer un producto gourmet como el aceite de oliva y a ofrecérselo a amigos?’. Queríamos hacer algo nuevo, bien gourmet. Teníamos un par de amigos que vendían esto. Pensamos en buscarle alguna etiqueta linda y mandarnos. Era algo que estaba creciendo mucho, nuestra oportunidad para meterle”, contó él. “Somos muy inquietos: siempre quisimos hacer algo paralelo a nuestro trabajo. Nuestras conversaciones siempre quedan circundadas por la realidad. Queríamos hacer algo fuera de los medios, fuera de esa realidad”, recordó ella.
Fue así como lanzaron Familia Dell’Isola, las primeras botellas se las repartieron a amigos y las ganancias se revertían automáticamente. Así, compraron más, y fabricaron más aceite de oliva a través de una olivícola en Mendoza mediante un sistema de fasón.
Los periodistas obtenían buenos consejos de sus familiares, quienes le decían que visiten las ferias barriales de la ciudad para hacer circular el producto. Los sábados y domingos se dedicaron a promocionarlo.
“Queríamos que la gente conociera nuestro aceite de oliva. Cuando lo probaban, nos decían que era muy rico y se lo llevaban. Eso nos llevó a tener una clientela fija que hacían correr la voz y comentaban nuestra marca en los negocios de cercanía”, relata Marcelo.
Ya ganaron dos veces el premio al mejor aceite de oliva en la feria Caminos y Sabores. Foto: Infobae
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Entonces, la publicidad de boca en boca funcionó. Los comercios y los restaurantes empezaron a contactarlos e incluso les pedían que agregaran otras variantes a la marca. Ahora ya no son solo fabricantes de aceites de oliva, también producen aceto balsámico, aceto balsámico cremoso, pasta de aceitunas y mayonesas veganas saborizadas.
“Arrancas sin saber bien cómo es, vendes una botella y encuentras con la casa llena de cajas. Llega un momento en el que tienes que tomar la decisión de crecer, de mudarte, de contratar personal. Ahí nace el miedo: cuando tienes que invertir en alquiler, en empleados, en insumos. Ya no mandas a hacer 1.000 etiquetas, tienes que hacer 10.000 con otro sistema, otro costo. Dar ese salto de tener cosas en tu casa a pensarlo como un negocio es el momento de mayor temor”, contó Paula.
Ante el éxito de su emprendimiento, la mujer de prensa comenta que “el mundo emprendedor es súper amigable y solidario. Todos pasamos por el mismo momento y siempre está bueno tomar el aprendizaje de otro. Mi recomendación siempre es que busquen ayuda y que se basen en la experiencia de los demás. Van a encontrar gente dispuesta a orientarlos”.
Con siete años en el mercado, la pareja ya alquila un depósito, disponen de tres empleados y abastecen cerca de 1.000 comercios de todo el país argentino, desde Salta, Chaco, Tucumán, Río Gallegos, Comodoro Rivadavia, San Martín de los Andes, Córdoba, hasta el Área Metropolitana de Buenos Aires. Además, ganaron dos veces el premio al mejor aceite de oliva.