La organización de defensa de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) denunció, este viernes 25 de febrero, un ataque con bombas racimo a un hospital en la localidad ucraniana de Vuhledar, en la zona independentista de Donetsk, que dejó cuatro civiles muertos y otros 10 heridos, seis de ellos sanitarios.
HRW dijo haber confirmado la información a través de entrevistas telefónicas con un doctor del hospital y un representante del centro, el Central City Hospital, así como fotografías de dos de los fallecidos.
La organización afirmó asimismo que otras instantáneas publicadas en redes sociales o enviadas al hospital muestran los restos de una de las armas aparentemente utilizadas en el ataque, un misil balístico Tochka 9M79 con una ojiva de racimo 9N123.
“Este ataque cruel ha matado y herido a civiles, y dañado un hospital”, indicó en un comunicado el director de armas de HRW, Steve Goose, que llamó a las fuerzas rusas a dejar de usar munición de racimo y a “frenar los ataques ilegales con armas que matan y mutilan de manera indiscriminada”.
La organización explicó que un tratado internacional prohíbe el uso de este tipo de armas, que típicamente explotan en el aire y envían decenas o cientos de pequeñas bombas que se extienden por un espacio similar al de un campo de fútbol.
A ello se une que estos pequeños proyectiles a veces quedan sin explotar, actuando luego como minas antipersona.
Aunque las bombas de racimo se prohibieron en una resolución de la ONU adoptada en 2008 y que entró en efecto en 2010, ni Ucrania ni Rusia forman parte de los 110 países que la ratificaron.
Además de los cuatro fallecidos —dos mujeres y dos hombres de entre 34 y 65 años— y los 10 heridos, el proyectil dejó daños en una ambulancia y tres automóviles de civiles.
Según investigaciones de HRW, las bombas de racimo ya fueron utilizadas tanto por el gobierno de Ucrania como por los grupos armados apoyados por Rusia en los enfrentamientos del este de Ucrania entre julio de 2014 y febrero de 2015.