Por María M. Mur
El exlíder estudiantil y diputado de izquierda Gabriel Boric lo tiene claro: Chile solo podrá superar la desigualdad socioeconómica y cerrar las heridas de las revueltas sociales del 2019 con un Estado más fuerte y mejores servicios básicos.
Crítico acérrimo del modelo neoliberal instalado durante la dictadura militar (1973-1990) y consolidado luego en la transición, quiere construir un Estado del bienestar similar a las democracias europeas, con acento ecologista, feminista y regionalista.
“Si Chile fue la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica, también será su tumba”, suele decir en sus mítines el candidato del bloque izquierdista Apruebo Dignidad, integrado por el Frente Amplio y el Partido Comunista.
Nacido en la austral Punta Arenas en 1986 (donde abundan descendientes de colonos originarios de la ex-Yugoeslavia), Boric ha sido blanco de ataques por su edad e inexperiencia fuera de la política y ahora es el presidente más joven de la historia de Chile.
Su círculo más cercano procede de su etapa como líder estudiantil: su mano derecha es el también diputado Giorgio Jackson, con quien llegó por primera vez al Parlamento en 2014 y fundó el Frente Amplio tres años después.
En la recta final de la campaña, incorporó a su equipo a la doctora Izkia Siches, quien adquirió gran popularidad durante la pandemia como presidenta del Colegio Médico, lo que muchos expertos ven como un acierto.
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Su principal bastión fue la capital y la porteña Valparaíso, mientras que sus puntos flacos fueron las regiones del norte y el sur, donde Kast ganó por goleada en la primera vuelta gracias principalmente a un duro discurso contra la violencia, el orden y la migración.
Consciente de ello, Boric ha reforzado su agenda sobre seguridad pública y promete aumentar la dotación policial en los barrios más peligrosos y devolver cierta tranquilidad a la “zona cero” del estallido social, la Plaza Italia, donde semanalmente grupos de encapuchados siguen manifestándose y, en ocasiones, generando desórdenes. “La ley tiene que cumplirse y no puede ser desórdenes permanentes los viernes”, indicó en el debate.
La derecha más tradicional lo tilda de “extrema izquierda” y suele echarle en cara recurrentemente el encuentro que mantuvo en 2018 con Ricardo Palma Salamanca, condenado por el asesinato del exsenador conservador Jaime Guzmán, ideólogo de la actual Constitución.
Boric se ha disculpado por ello -”Cuando me equivoco, soy capaz de corregir y pedir perdón”-, como también lo ha hecho con una joven que le acusó hace años de actitudes machistas, un episodio azuzado por los seguidores de Kast.
“Quiero denunciar el aprovechamiento inescrupuloso y violento de la derecha (...), han utilizado mi historia para fines instrumentales y mezquinos”, declaró recientemente la joven.
Desde que quedó segundo en la primera vuelta del 21 de noviembre con el 25,8% de los votos, a solo 2 puntos del ultraderechista José Antonio Kast, Boric fue moderando su discurso para meterse en el bolsillo al electorado de centro y espantar el miedo que genera en las esferas empresariales su alianza con los comunistas.
“Estamos consientes de que es importante para el país otorgar certezas. Vamos a actuar en consecuencia de ello, no tenemos en este momento nombres que pueda hacer públicos”, indicó el exlíder estudiantil en una rueda de prensa en La Moneda (sede gubernamental) tras reunirse con el presidente saliente, Sebastián Piñera.
En el futuro gabinete, “las mujeres van a ser las protagonistas” y “seguro” que habrá independientes, apuntó la carta presidencial del Frente Amplio y el Partido Comunista, quien compareció junto a sus jefes de campaña, Izkia Siches y Giorgio Jackson, que suenan como cartas ministeriales.
El encuentro con Piñera fue el primer acto oficial de Boric tras la apabullante victoria del domingo, cuando se impuso por 55,8% de los votos y más de 10 puntos de diferencia al ultraderechista José A. Kast.
Sebastián Piñera fue el primero en saludar a Gabriel Boric. Foto: AFP
Radical. Boric renegó durante años del legado de la Concertación -la coalición de democristianos y socialistas que gobernó Chile durante tres décadas tras el fin de la dictadura-, sobre todo cuando estaba al frente de la poderosa Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y durante sus primeros años como diputado en el Parlamento.