La preocupación de las autoridades de La Palma, en España, se centraba en la llegada de la lava volcánica al mar, algo que ocurrió este martes 28 de setiembre. La razón principal de este temor es por el fenómeno químico que se genera cuando la lava entra en contacto con el agua salada, lo que “puede generar explosiones y emisión de gases nocivos”, según autoridades del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca).
“Cuando el magma toca el mar, se van a formar unas grandes columnas de vapor de agua porque gran parte del agua del mar se va a vaporizar”, señaló a la BBC Mundo José Mangas, profesor de geología de Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. “Eso se debe al gran contraste térmico que hay entre ambos: la colada tiene una temperatura de más de 900 °C, mientras que el agua tiene unos 23 °C”.
Estos gases pueden provocar irritación en la piel, los ojos y las vías respiratorias. De acuerdo al experto, dejan temporalmente un olor desagradable en las zonas más cercanas.
Por otro lado, cuando la colada se enfría rápidamente por el contacto con el agua, “la lava se fractura, y eso puede producir la eyección de proyectiles balísticos a relativamente corta distancia, y la liberación de gases (tóxicos) que la lava tiene atrapados en su interior”, añadió, por su parte, Héctor Lamolda Ordóñez, ingeniero geógrafo del Instituto Geográfico Nacional y profesor de la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid.
Otros peligros vinculados a la llegada del magma al océano son el colapso repentino de los terrenos y acantilados del litoral, las explosiones desencadenadas a raíz de este colapso y las olas de agua hirviendo que se generen a su alrededor. Sin embargo, estos no están necesariamente vinculados al caso del volcán Cumbre Vieja en La Palma, de acuerdo al Servicio Geológico de Estados Unidos.
Hasta el momento, la lava del volcán de la isla española que ha llegado al océano generó una columna de vapor de agua y gases posiblemente tóxicos, circunscrita a la zona de contacto del magma y el mar y sin afectar a la población. Asimismo, un delta de aproximadamente medio kilómetro de ancho.
Desde que empezó el fenómeno, se sigue muy de cerca la situación, en especial la de la nube de gas, que no se ha extendido lateralmente y se ciñe, al menos de momento, a una zona pequeña de interacción entre el magma y el agua.
Los expertos insisten en que, fuera del perímetro de seguridad de 2,5 kilómetros, está garantizada la seguridad para poder “discurrir con total normalidad”, salvo “la incomodidad” que pueda suponer la caída de ceniza.
Incluso, aconsejan a los vecinos de localidades próximas a la zona de Tazacorte, por donde entró la lava al mar, que extremen las medidas de precaución y se mantengan confinados en sus hogares, con puertas y ventanas cerradas para evitar la entrada de gases desde el exterior.
Según el Instituto Geográfico Nacional de España, el proceso de erupción estromboliano con prevalencia efusiva continúa y puede seguir mostrando episodios de incremento y disminución de actividad, mientras que el cono volcánico puede registrar variaciones en su morfología.
De acuerdo a cálculos aproximados del Pevolca, sin poder recurrir a vuelos de drones por las condiciones meteorológicos, la superficie afectada por la erupción se sitúa en 476 hectáreas.
Foto: AFP
Además, hay 744 construcciones afectadas (656 destruidas y 88 dañadas parcialmente), así como 23,1 kilómetros de carreteras afectados, de los cuales 21,5 están devastados, conforme a datos del sistema europeo de observación terrestre Copernicus.
También la agricultura y la ganadería se están viendo afectadas por la actividad volcánica, en especial las plantaciones de plátanos y los rebaños de cabras y ovejas, que son el corazón de pequeñas queserías artesanas.
Por el momento, la calidad del aire se mantiene buena, aunque la columna de cenizas y gases ha alcanzado los 3.500 metros de altitud en las últimas horas y se ha incrementado la emisión diaria de dióxido de azufre hasta las 10.757 toneladas.
En cuanto a la sismicidad, se concentra a profundidades de 10 a 12 kilómetros en la zona palmera de Fuencaliente, donde el 11 de septiembre comenzó el enjambre sísmico que luego se desplazó hacia el área de erupción.
Otros indicadores sísmicos muestran que el tremor es estable con amplitudes medianas y que hay cierta deformación de componente horizontal al suroeste y un incremento en la deformación vertical.
Con información de EFE.