Las mascarillas en lugares cerrados y el distanciamiento social dejaron de ser obligatorios en Inglaterra desde el último lunes. El fin de las restricciones anti-COVID-19 fue muy criticado por expertos, debido a que los nuevos casos por la variante Delta, la más contagiosa, rozan los 50.000 al día en Reino Unido.
El primer ministro, Boris Johnson, confía en que las vacunas disminuyan los síntomas graves, las hospitalizaciones y las muertes a pesar de que los contagios sean elevados. Lo cierto es que hospitales como el Bradford Royal Infirmary, en el centro de Inglaterra, estná a punto de colapsar.
Una de las razones es que la mayoría de pacientes con COVID-19 han optado por no vacunarse contra el virus. “Aproximadamente la mitad de los pacientes en la sala (del hospital) hoy no recibió la vacuna. Dejé de preguntarles porque están claramente avergonzados”, cuenta a la BBC el doctor Abid Aziz después de una agotadora ronda de seis horas.
Faisal Bashir, un hombre de 54 años, en excelente estado físico enfermó de coronavirus, por lo que necesitó oxígeno para salir airoso de un cuadro severo. Él admite que esta situación pudo haberse evitado si tan solo se hubiera vacunado, pero se dejó llevar por la desinformación que abunda en las redes sociales.
“Iba al gimnasio, montaba en bicicleta, caminaba y corría. Como estaba fuerte y saludable pensé que no la necesitaba (vacuna-anti-COVID-19). Además, si al final resultaba que no era seguro, no habría corrido ningún riesgo”, sostuvo Bashir.
“La gente está llenando los hospitales porque toma riesgos y esto está mal. Me siento terrible. Me siento tan mal que espero que hablar ayude a otros a evitar esto. Lo que experimenté en el hospital, la atención y el profesionalismo, me humilló”, añadió.
La expansión de la variante Delta se refleja en el aumento de las tasas en la comunidad, a casi 400 casos por 100.000 habitantes. Según la BBC, los jóvenes son los que están impulsando este cambio, con tasas de adolescentes que superan los 750 por 100.000 y los de 20 años no se quedan atrás.
La mayoría de pacientes que terminan en el hospital tienen entre 30 y 40 años. “Algunos recibieron las dos dosis de la vacuna y, por lo tanto, tuvieron la enfermedad más leve, sin la vacuna probablemente estarían muertos”, advierte el médico Abid Aziz.
“Otros acaban de recibir su primera dosis, por lo que no están completamente protegidos. Es preocupante que aproximadamente la mitad de los pacientes que hay hoy en la sala no hayan sido vacunados”, agrega.
Abderrahmane Fadil, mientras se recuperaba de la COVID-19. Foto: BBC
Abderrahmane Fadil, un profesor de ciencias de 60 años con dos hijos pequeños, también se arrepiente de no haberse vacunado contra la COVID-19. Él terminó en la unidad de cuidados intensivos durante nueve días.
“Mi esposa se puso la vacuna. Yo no, era reacio. Estaba haciendo tiempo pensando que ya había convivido con virus, bacterias y que mi sistema inmunológico era lo suficientemente bueno. Tuve síntomas de COVID-19 al comienzo de la pandemia y pensé que tal vez ya la había pasado, que mi sistema inmunológico reconocería el virus y tendría defensas”, relata.
Fadil dejó el hospital hace casi un mes, pero aún siente las secuelas de la enfermedad. “Me gustaría poder hablar con cada una de las personas que se niega a ponérsela” (...) y decirles: ‘Miren, esto es una cuestión de vida o muerte. ¿Quieres vivir o morir? para vivir, entonces ponte la vacuna’”, finaliza.