Chile está viviendo este sábado 15 y domingo 16 una jornada histórica, donde se elegirán varias autoridades, entre alcaldes, concejales, gobernadores; pero la elección más importante sin duda es la de los convencionales constituyentes que redactarán la nueva constitución, iniciativa que fue aprobada el 25 de octubre del año pasado mediante un plebiscito. Sin embargo, ¿cómo así se llegó a esta situación?
“En realidad, Chile decidió cambiar su constitución en noviembre de 2019, luego de un estallido social muy fuerte. En octubre de 2020, un 78% dijo que sí en el plebiscito que iba a ser en abril de 2020”, aclaró el politólogo Gilberto Aranda, sobre la fecha de fundación de la nueva carta magna.
En Chile ha habido cerca de diez constituciones y tres de larga data. La vigente es la de 1980, la constitución promulgada por Augusto Pinochet, un texto sin credenciales democráticas. Dicha constitución se aplicó recién luego de 1988, en el plebiscito del SÍ y del NO al entonces dictador. “La constitución tiene un problema de legitimidad de origen, aparte que la gente comenzó a exigir más cosas. Se empezó a cuestionar a las AFP, a la salud privada, a la educación. Muchos políticos pensaron que para cambiar este estado de cosas era con una constitución más social”, señaló Aranda.
Los temas que se debatirán en la nueva convención constitucional van a tener que ser aprobados por los dos tercios del quorum, debido a que ese es el acuerdo al que llegaron los principales partidos políticos del país del sur, semanas después de iniciado el estallido social en octubre de 2019. La elección constituyente debió haber sido el 10 y 11 de abril, pero por el aumento de casos de COVID 19 tuvo que ser reprogramada.
El analista internacional Carlos Figueroa considera que entre los temas más controvertidos e importantes va a estar el de la descentralización. “Chile es un país muy centralizado, y del poder que le dé esta nueva constitución a las regiones va a depender cómo se configure este nuevo sistema político. Otro tema importante va a ser sobre el sistema presidencial, si vamos a mantener el actual, si vamos a uno semipresidencial o si vamos a un sistema parlamentario” opinó el internacionalista chileno.
Sin embargo, cree que el debate más fundamental va a ser sobre el rol del Estado en la economía. “Se han dado discusiones pormenorizadas sobre el rol del Banco Central, el rol de las empresas públicas, el rol subsidiario del Estado, además de la instauración de los derechos sociales, relacionados a la salud, la educación y vivienda, principalmente”, detalló el académico.
Para la Convención Constituyente, la coalición oficialista ha ido de la mano con la extrema derecha para formar la lista Vamos Por Chile. Sin embargo, en las izquierdas hay hasta tres listas principales: Lista del Apruebo, conformada por los partidos de la antigua Concertación; Apruebo Dignidad, que es una alianza entre el Partido Comunista y el Frente Amplio; y la lista del Partido Humanista, colectividad liderada por Pamela Jiles, quien encabeza las encuestas para la presidencia.
“La opción del rechazo a la nueva constitución obtuvo un 20%, y la derecha podría lograr el tercio en la constituyente con mucha tranquilidad, teniendo en cuenta la herencia que la derecha tiene allá. En esta elección veremos también qué peso tienen los candidatos presidenciales, el peso de Pamela Jiles o Daniel Jadue, la probabilidad de que el Partido Comunista y el Frente Amplio puedan aliarse, entre otras posibilidades”, analizó el internacionalista de la PUCP Óscar Vidarte.
Hay en total 1.374 candidatos para 155 escaños de la convención, de los cuales 18 son reservados para los distintos pueblos originarios que conforman la república chilena. Otra novedad que al parecer llegó para quedarse es la paridad de género tanto en la postulación como en la repartición de escaños. ¿Será el inicio de un ciclo igualitario y en pro de un Estado de bienestar entre los vecinos del sur? “Va a ser una elección interesante, porque se nota que estamos en una sociedad distinta a la de 1980. Se discuten temas como la paridad de género o medioambiente. Estamos en un mundo distinto y con prioridades y preocupaciones distintas”, enfatizó Vidarte Arévalo.
Otro punto que entró a tallar es la farandulización de la política chilena, puesto que en el caso de Pamela Jiles, si bien proviene de un partido de izquierda, ha llegado a ser comparada con Donald Trump. “El humanismo ha sufrido fracturas en los últimos tiempos, como la partida de Tomás Hirsch, y están transitando a un populismo que no se sabe si es de derecha o de izquierda. Jiles es una mujer de la farándula, que toma el Partido Humanista, que es contestataria, critica al establishment, y algunas veces tiene un estilo propio del Congreso peruano. Personajes como Jiles demuestran que la democracia chilena no es muy sólida”, alertó Vidarte.
Gilberto Aranda cree que hay que tomar en cuenta la teoría de los espejos entre Chile y Perú, y no descarta que en nuestro país pueda repetirse un escenario similar. “Tenemos un origen y trayectoria bien distinta, pero, con la globalización, ambos países han ido convergiendo”, opinó.
Sobre esta posibilidad, Vidarte argumentó que la pandemia ha acentuado la necesidad de un Estado más fuerte del que se ha vislumbrado en la última década. “Las experiencias constituyentes son soluciones a situaciones de crisis sociales y económicas. En Chile lo es. Yo creo que en el Perú podría ser una solución, pero no va a ser sencillo. Es natural que los conservadores se opongan. En Chile hubo dos meses de paro, heridos y muertos, y una pauperización de la imagen de Chile en el exterior. Yo espero que Perú no tenga que vivir eso. Hemos visto en el Perú un voto critico muy fuerte, de cambio. El cambio se manifiesta de muchas formas, y en Perú se manifiesta más por la vía electoral que en protestas”, sentenció.