(EFE) – El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha cambiado de estrategia para vacunar contra el COVID-19 a los más escépticos. En vez de utilizar estadios para inmunizar a la mayor cantidad de gente posible, el mandatario ahora apuesta por la intimidad de las iglesias, las farmacias y la consulta del médico de familia.
El objetivo es llegar a quienes se resisten a vacunarse a través de alguien de su confianza, como un familiar, un cura o un farmacéutico, explicó este domingo el principal epidemiólogo del país, Anthony Fauci.
El cambio de estrategia se produce ante un descenso del ritmo de vacunación en Estados Unidos, donde la media de vacunas administradas al día descendió el sábado por debajo de los dos millones por primera vez desde marzo, según un análisis de datos oficiales del diario The New York Times. La cantidad de vacunas suministradas al día sigue siendo notable, pero esa caída ha bastado para que estados como Florida, Texas y Ohio hayan decidido cerrar algunos de sus centros de vacunación masiva.
El cambio de tendencia es evidente, ya que cuando comenzó la campaña de inmunización los gobernadores de muchos estados acusaron a Biden de no darles suficientes vacunas y pidieron más. Esta tendencia preocupa a las autoridades sanitarias de Estados Unidos, donde sólo el 9% de quienes no se han vacunado planea hacerlo, detalla una encuesta publicada esta semana por la organización sin ánimo de lucro Kaiser Family Foundation.
Para conseguir la inmunidad de rebaño, los expertos apuntan a que sería necesario que un 70% de la población fuera inmune al virus. Biden se ha fijado como objetivo vacunar a ese porcentaje de la población antes de la festividad del Día de la Independencia el 4 de julio.