China lanzó, este sábado 18 de julio, una campaña de detección en Xinjiang tras el descubrimiento de un nuevo foco de coronavirus en esta vasta región del noroeste del país, donde vive, en particular, la minoría musulmana uigur, haciendo temer un resurgimiento de los contagios.
Estos nuevos casos ilustran la dificultad de China, el primer país afectado por el virus a finales de 2019 para erradicar la pandemia.
La campaña de detección se lleva a cabo tras la decisión de las autoridades de interrumpir la mayor parte de las conexiones aéreas con Urumqi, la capital regional de Xinjiang, y de cerrar el metro y los servicios de transporte público.
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La ciudad, de 3,5 millones de habitantes, tenía hasta el sábado 17 nuevos casos de coronavirus, según las autoridades.
Las campañas de detección deben comenzar en los edificios donde se han reportado los nuevos casos y, con el tiempo, cubrirán toda la ciudad, dijo el jefe del comité de salud local, Zhang Wei.
Se pidió a los pobladores de Urumqi que no abandonaran la ciudad a menos que fuera absolutamente necesario. China ha logrado contener la epidemia gracias a las estrictas medidas de confinamiento y a las campañas de detección masiva.
Sin embargo, en junio apareció un nuevo foco en Pekín, contaminando a más de 330 personas antes de ser contenido.
Xinjiang fue una de las primeras regiones en que las que los estudiantes regresaron a la escuela a finales de marzo, después de que las autoridades anunciaran el fin de la primera ola de la pandemia.
Poco menos de la mitad de los habitantes de este inmenso territorio semidesértico pertenecen a la minoría uigur, que es predominantemente musulmana y habla un idioma similar al turco.
Muchos de ellos se dicen víctimas de una represión política y religiosa impuesta por el partido comunista en el poder desde hace décadas, lo que el poder central desmiente.