Bolivia ha entrado en un nuevo escenario electoral con un acuerdo político para ir por fin a las urnas el próximo 6 de septiembre, en un ambiente de consenso que parece dejar atrás la tensión por unas elecciones largamente esperadas en el país.
Esa es posiblemente la fecha para una votación pendiente desde que se anularon los fallidos comicios del pasado octubre, en espera de un trámite que cuenta con el beneplácito del grupo con mayoría en el Parlamento, el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales.
El MAS y las principales candidaturas que concurren a las elecciones, sin apenas divergencias, escenificaron este martes en La Paz, en la sede del Tribunal Supremo Electoral, ese ambiente de diálogo para avanzar hacia una cita electoral que relaje el clima político en el país, donde por tiempo seguirá pesando la grave crisis vivida tras la frustrada votación del año pasado.
Ese fue el mensaje, en un tono de "valioso entendimiento" en aras de una deseable "estabilidad política", del presidente del Tribunal Electoral, Salvador Romero, tras comunicar el acuerdo rodeado de varios de los principales candidatos.
Romero enviará al Parlamento un proyecto para que apruebe por ley que las elecciones sean en la tarde el domingo 6 de septiembre, con lo que el órgano electoral, que es el que convoca los comicios, podrá fijar la fecha, que será esa muy probablemente según lo dicho en ese acto.
El tope era hasta ahora el 2 de agosto, pero no por consenso, sino por una ley salida de la mayoría parlamentaria del MAS en contra de la voluntad del Gobierno transitorio, que rechazaba cualquier fecha mientras no superase el país la emergencia ante el coronavirus.
El Ejecutivo transitorio de Jeanine Áñez afrontaba protestas, como caceroladas y bloqueos en carreteras, de sectores temerosos de que se eternice en el poder, mientras el órgano electoral había guardado silencio.
Las elecciones generales estaban previstas para el pasado 3 de mayo, pero a finales de marzo fueron aplazadas sin fecha. Esto se debió a que el Gobierno interino declaró estado de emergencia sanitaria por la COVID-19, y se sumía en la incertidumbre el proceso electoral.
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El país entra ahora en un nuevo “compás de espera”, pues hasta julio no se prevé reanudar el calendario electoral. Para a partir de entonces fijar “de manera concertada” la fecha de votación, en palabras de Romero, confiado en que pase sin sobresaltos el trámite parlamentario.
Ni Áñez ni algún representante significativo de su candidatura, la alianza Juntos, estuvo en la foto tras el acuerdo. Aunque sí otros de los principales candidatos, como el exministro Luis Arce, del MAS, que iba primero en las encuestas antes de aplazarse los comicios. También el expresidente Carlos Mesa, de la agrupación Comunidad Ciudadana, uno de sus principales rivales.
Arce subrayó que el horizonte del 6 de septiembre "da la certeza ahora al pueblo boliviano de que sí vamos a entrar en un proceso democrático para elegir un Gobierno fuerte, democrática, legal y legítimamente elegido".
Voces del MAS llevaban semanas ofreciéndose a flexibilizar la fecha que habían puesto por ley, pero un mensaje en este sentido el pasado sábado de Morales pareciera haber empujado al paso definitivo.
Mesa, por su parte, destacó lo que muchos defienden en el país, el preservar la salud mientras siguen subiendo los casos de coronavirus, dando más plazo a la votación, y a la vez “la necesidad de superar un momento político complicado que tiene que terminar con la transitoriedad y garantizar la continuidad de la democracia”.
Otros candidatos, como el también expresidente Jorge Quiroga, de la alianza Juntos 21, se sumaron a este clima, del que solo parece poner pegas la alianza Creemos del exlíder cívico Luis Fernando Camacho, pero sin visos de suponer un obstáculo.
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Áñez no se había pronunciado horas después de anunciarse el acuerdo, aunque en la víspera compartió en redes sociales un comunicado de su candidatura a favor de ir cuanto antes a las urnas, una prioridad que había desaparecido de sus últimos discursos.
El pronunciamiento del órgano electoral sobre este acuerdo define a estos comicios como los más complejos en la historia democrática de Bolivia.
El país tiene que elegir presidente, vicepresidente, senadores y diputados, después de que fueran anuladas las elecciones de octubre pasado en las que Morales había sido declarado vencedor para un cuarto mandato seguido, entre denuncias tanto de fraude a su favor, avaladas por organismos internacionales, como de un golpe de Estado para arrebatarle la victoria y derrocarlo en medio de presiones de militares y policías, entre otras.