Entre 1918 y 1920, la gripe española mató a más de 40 millones de personas en todo el globo. Esta ha sido considerada la pandemia más devastadora de la historia y, hasta hoy, se desconoce el origen real, pese a que se atribuyó a España.
Las teorías de los investigadores indican que pudo haberse originado en tres países. Una opción es Francia, cuyo brote se habría desatado en 1916, otra hipótesis es que surgió en China en 1917, y otros estudios señalan que los primeros casos se presentaron en la base militar de Fort Riley en Estados Unidos, en marzo de 1918.
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España fue el único país que expuso lo alarmante de esta pandemia, por lo que a la enfermedad se le dio en nombre de ‘gripe española’. Sin embargo, no fue el epicentro, aunque sí uno de los países más afectados, ya que tuvo 8 millones de infectados y 300 000 muertos.
La gran cantidad de infectados abarrotó los hospitales del país. (Foto: Museo Nacional de Salud y Medicina)
En ese entonces el inicio del brote del virus no pudo ser investigado a causa de la censura, pero ahora se ha determinado que la gripe española fue ocasionada por la eclosión de la influenza A, del subtipo H1N1.
Lo particular de esta pandemia fue que, a diferencia de otros virus que ocasionan el deceso de niños y ancianos, esta gripe española cobró las vidas de jóvenes y adultos entre 20 y 40 años que tenían buenas condiciones de salud.
Se presume que la gripe española tuvo su origen en base militar de Fort Riley en Estados Unidos. (Foto: Gaceta Médica)
Los síntomas de esta enfermedad fueron fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos ocasionales. Incluso, mucho de los fallecidos padecieron de neumonía bacteriana secundaria, debido a que ese tiempo no había disponibilidad de antibióticos.
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Un hecho que causó impacto en medio de esta crisis sanitaria fue que un grupo de personas murió cuando recién se empezaban a presentar los primeros síntomas del virus en el país. Muchos de ellos tuvieron hemorragia pulmonar aguda masiva o tuvieron edema pulmonar.
Dado que no se establecieron protocolos de salud para atender a los pacientes, estos se aglomeraron en espacios reducidos y sin ventilación. Sumado a esto, había gran cantidad de cuerpos en las morgues y cementerios. Hacia el verano de 1920 esta gripe española desapareció.