Las autoridades dejaron en libertad a un hombre condenado a muerte luego de abusar sexualmente y asesinar a una niña de 12 años. Tres sujetos atacaron a la adolescente cuando se dirigía a un mercado de Somalia, pero solo dos fueron ejecutados, lo que causó la indignación de la población debido que uno de los culpables fue puesto en libertad a cambio de 75 camellos.
A.I.A. fue secuestrada por el grupo de hombres cuando caminaba por un centro de abastos de la ciudad de Galkayo, en el norte de la región de Puntlandia, en febrero del año pasado. No contentos con el cobarde ataque, los abusadores mutilaron los genitales de la pequeña y luego la estrangularon hasta causarle la muerte.
Los investigadores judiciales realizaron una exhaustiva indagación. En la región semiautónoma de Puntlandia, la ley criminaliza delitos como el acoso sexual y la violación, por lo que los tres agresores fueron condenados a muerte en mayo pasado.
Dos de los atacantes fueron ultimados por un pelotón de fusilamiento, pero la ejecución de Abdisalan Abdirahman fue dejada en lista de espera sin explicación alguna, según informó La Voz de Nigeria.
Ante el retraso para la muerte de Abdirahman, uno de los familiares de la víctima consultó sobre el tema y confirmó que el condenado había sido liberado el 20 de febrero luego de acordar el pago de 75 camellos como parte de una reparación civil a los deudos de la víctima.
“Estoy molesta por cómo se dejó en libertad al tercer hombre. En Puntlandia, y en Somalia en general, las víctimas de violación no obtienen justicia debido a la participación de los líderes tradicionales. Estoy en contra de que asuntos como este se manejen mediante leyes y tradiciones consuetudinarias. Es un gravísimo problema en nuestro sistema judicial y socava los derechos de mujeres y niñas”, afirmó Ubah Mohamed del Somalia Gender Hub, un grupo de defensa de los derechos de las mujeres.
En Somalia se ha convertido en tradición que las víctimas de ultrajes sean obligadas a aceptar una compensación, principalmente en forma de camellos o ganado, y a casarse con sus atacantes, una práctica antigua diseñada para poner fin a la guerra entre clanes rivales.