Se declaró culpable por ayudar a su esposa a morir. Ángel Hernández es su nombre y el de su esposa, María José Carrasco. Ella padeció de esclerosis múltiple y espero durante muchos años la ley de eutanasia, pero nunca fue aprobada. Hoy, tras casi un año de su muerte inducida, dicha ley estaría más cerca de ser aprobada.
María José tenía mucho sufrimiento a causa de la enfermedad. Esa razón motivó a que ella y su esposo tomaran la decisión de inducir su muerte. Así es como Ángel le dio de beber pentotal sódico y, a los 61 años, su esposa pudo al fin descansar.
Este martes, luego de un tenso debate, el Congreso aprobó el planteamiento de la ley de eutanasia, Ángel acudió emocionado. “A la tercera va la vencida. Esta vez va a ser la definitiva, estoy seguro de que por fin vamos a conseguir que la iniciativa llegue a buen puerto”, indicó.
El señor ha señalado que no desea que nadie pase por la situación de su esposa. “Hay mucha gente que está en una situación como la que estaba mi compañera María José. Esta es una ley que no obliga a nadie y que da tranquilidad a todos… Por ejemplo a mí, yo no sé lo que va a ocurrir mañana”, dijo.
Sobre las posturas de rechazo, Ángel hizo énfasis en que cada caso, por su particularidad, deberá ser analizado para conocer las condiciones de la persona y ver la viabilidad de la eutanasia.
Hernández, que cuidó a su mujer durante tres décadas, fue detenido luego de inculparse por haber suministrado el químico a su esposa. Sin embargo, fue dejado en libertad y aseguró que continuaría en pie de lucha hasta lograr la aprobación de la ley de eutanasia. Hoy, esa ley por la que sufrieron él y su esposa, llegó al Congreso.